En el breve transcurso
de la incesante melodía,
estamos tú y yo,
sin cogernos de la mano.
Con un telón de colores,
con más ruido del deseado
y con las ganas inquietas.
Ya más cerca de la meta.
Todo dispuesto,
todo en movimiento.
Tus pies descalzos en la arena
y las olas meciendo tu regazo.
Cambia tú, sin prisas,
que yo ya he cambiado.
Y, pese a todos los intentos,
sin mejorar el resultado.
Intrínseco a la vida,
inherente al ser.
Dispuesto, de frente.
Sin miedo a perder.
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