Se abre un telón sin telar, único árbol que daba sombra sin talar, una tila de paz en la que identifico dos personajes y una sombra; roles diferenciados, como cambiados y eso lo hace complicado de entender a la vez que interesante. Muy interesante. Me gustaba comprarla en verano…
La escena no parece transcurrir en ninguna calle o plazuela. Bien podríamos decir que era Londres por la bruma que rellena el vacío entre los protagonistas y un faro que aporta luz en su no arbitrario girar.
Caras muy reconocibles; metaverso establecido y en él, una silueta aún más familiar, reconocible…
Pocas palabras, algunos gestos dibujados en esas caras reconocibles y la sombra que va tomando forma de hombre bajo un lobo marino y una gorra. Se presagian cabellos desaliñados bajo la gorra, barba de varias semanas que observa a ambos en su devenir, en su comportamiento.
No reconocemos los sonidos; pero la imagen se repite una y otra vez, una y otra vez, como en bucle. Mientras, yo sintiendo la necesidad de absorber cada mensaje subliminal, cada movimiento, cada todo… pero no hubo manera. No la hubo y se repetía exactamente igual o así lo veía yo. ¿Mi excusa? Los 27-28º nocturnos, los desvelos emocionales, los números que se restan al sumarse, que se multiplican dividiendo tu sueño placentero en porciones ardientes donde el sexo no tuvo tampoco protagonismo.
Sueños, un sueño “apesadillado” en una noche imposible de verano.
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