Incontables las ocasiones en que hablan de ti, por ti, para ti, cuando tú, no ves el momento de mostrarte como tal.
Eres el reflejo de lo que vemos pasar, las gotas que se unen en ese caudal de agua que arrastra la corriente, los trazos enloquecidos de un díscolo pincel que no sabe a dónde va, pero sigue sus caminos. Los días que pasan, las semanas que vuelan, los meses que se caen del calendario. Los años…
Eres y estás en las arrugas de la abuela que abraza a sus nietos pero también eres y estás en ese dolor de espalda al agacharse a cogerlos y en esa eterna sonrisa dibujada con gubia en nuestras caras, recuerdo de todas esos ratos de felicidad desbordante.
Eres y estás en los ataques de ansiedad cuando se superponen momentos inesperados que aunque de simple resolución, te obligan a dar ese do de pecho ya tan típico en ti… pero también estás en los momentos de sosiego, de aguas turbulentas que consiguen calmarse, en el diazepan de buenas noches.
Eres el viento caliente que golpea mi rostro, las aspas de un ventilador a máxima frecuencia, el chú chú del vapor de la olla exprés mientras se ponen tiernas las lentejas, la desesperación cuando se actualiza Windows sin avisar. Eres…
Eres y estás en el to walk que te exige pasar al to run cuando tú lo que deseas en to sleep…
Eres tú, estás en ti pero pasas por todos nosotros dejando marcas, erosionando huellas, hincando pinchos de difícil cicatrizar. Pero también estás en los brindis, en las lágrimas desbordadas imprevistas de ilusión redundante, en los abrazos y los besos, en la “papi” de tu hija…
Una vez más, tengo de ti para ti y también para mí. Una vez más te dedico mi parte correspondiente de ti y para mí…
Gastar tiempo en el tiempo por los dos me hace feliz. Gracias por seguir ahí.
Deja una respuesta