Hoy te miro, te observo y te siento diferente, más atractiva. Tus caricias hoy parecen distintas aun sabiendo que son las mismas. Serás tú o seré yo que te se percibo especial.
Encuentros únicos entre tú y yo, así se llamará nuestro libro, el que juntos escribiremos solo cuando tú quieras, cuando tú me lo permitas porque realmente aquí mandas tú. Yo, yo solo soy un servil profeta en el pasillo vacío de mi casa, allá donde las puertas y la inspiración se esconden tras las cortinas de un frío salón. Cortinas, esas que al correrlas a los lados me liberan de mi, abriéndome al mundo, a tu mundo, a ti.
Y aquí estoy, trazando garabatos que algunos llaman palabras, recorriendo cada centímetro de ti, sin excesos. Todo en su justa medida que luego nos tildan de exagerados. Qué sabrán esos sonámbulos de la vida lo que tú y yo hemos vivido, sin molestar a nadie, casi en secreto, pero a voces; voces que emanaban del corazón, voces que gritaban en el más profundo silencio donde ni a ti ni a mí se nos escuchaba un lamento. Solo buenas palabras y mejores intenciones.
Aquí me tienes, escribiéndote versos que no consigo rimar, tomándome mi tiempo, el tuyo; robándole minutos al reloj para poder tener la excusa perfecta, la que siempre funciona cuando se trata de ti y de mí.
Dicen que un enamorado es capaz de lo que sea, que el amor mueve montañas y cordilleras y yo solo quiero terminar este boceto sobre tu cuerpo, dibujar caricias invisibles que sólo tú y yo seamos capaces de notar. Devolverte las tuyas primeras, sin remite, para qué, nadie nos va a entender.
Infinita, así podría calificarte sin dañar tu imagen, sin fallarte. Lanzar piropos a la inmensidad de ti.
Hoy brillas diferente; serás tú o seré yo pero nadie me puede robar lo sentido, lo escrito esta noche.
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