Antonio trató de no hacer ruido antes de dirigirse hacia la inspectora. Así que, se movió con lentitud, rozando el suelo, cuando oyó que alguien tropezaba mientras huía por las escaleras. Con un brinco se puso en pie, sacó su arma y empezó a caminar con pasos largos hasta la ventana. Luego, respiró hondo y dobló ligeramente la cabeza para poner el seguro a su pistola, ¡levantando las cejas al descubrir que el seguro aún seguía puesto!, Debía tener más cuidado, pensó decepcionado alzando la vista como si pidiera ayuda a la providencia. Había llegado el momento, de tomar la decisión de salir o no, tras el sospechoso… Pero en ese instante de angustia, se oyó el ruido de un coche que patinaba. Entonces, aliviado, se sentó en cuclillas y dejó caer el arma entre sus piernas.
—¡Santo Dios! ¿Qué haces? —dijo Nina levantándose y quitándose el chaleco—. ¡¿Es que te han regalado el número de placa en una feria! ¡Solo te ha faltado pararte para tomar un café! ¡Maldita sea! ¡Lo has dejado escapar! ¡Ha huido! Enfatizó muy enfadada.
—¿Te encuentras bien? Creí que te había matado, —preguntó Antonio, preocupado.
Pero Nina lo observaba con recelo, ¿Qué tipo de agente de -chichinabo- era aquel?
—¡Ah!, eso… Sí, lo sé. Podía haberlo detenido, pero juzgué que entonces tendríamos que explicarle a mi tío qué hacías aquí. Lo hice, para evitarte problemas.
—¿Qué no querías crearme problemas? No hace ni dos segundos suponías que estaba muerta, — gritó la inspectora, estresada y dolorida, mientras se levantaba la camisa para verse el costado—. Hijo de su madre, casi me rompe una costilla.
—Ah eso, si claro… Aun así, tenía mis dudas, —contestó el agente, sin tener en cuenta lo que decía la inspectora mientras comprobaba que no estaba herida.
—¿Tus dudas? ¡por favor! Si incluso estabas divagando con medallas y aplausos. Dime al menos que has podido ver algo que pueda ayudarme.
—¿Ver…? Bueno, he alcanzado a verle un tatuaje en la pantorrilla izquierda
—¿Qué tipo de tatuaje?, ol School, tribal, irezumi, tradicional, realista…
No, era una cabeza…, de lobo, en 3D.
— La inspectora tecleó en su móvil con agilidad mientras repetía la frase “Cabeza de lobo en 3 d”.
—¿Cuánto tiempo nos vamos a quedar aquí? Mi tío está esperando a que lleguen las muestras, está muy cabreado con Sonia, la tiene poniendo multas, por dejárselas aquí.
—Tu tío, tu tío, de verdad que estás obsesionado con el tema. Mira, allí, detrás de aquella mesa. Pienso que es lo que estabas buscando.
—Encantado de conocerte y… nos vemos, supongo, —dijo Antonio con torpeza, agachándose a coger lo que parecía una caja de herramientas.
—¡Eh…! Sí, vale —respondió ella cuando oyó la burbuja de su WhatsApp—. El Chino dice que ese tipo de tatuaje solo lo hace un tío que vive cerca de la Plaza de las Flores. ¿Cómo has venido? ¿Has traído coche?
— Sí, ¿por qué?
—Perfecto, te pilla de camino.
—¿Cómo has llegado tú?
—En taxi, tengo el coche en el taller. Me lo entregan mañana.
—Bueno, pues… vamos y, ya que pasamos por delante de comisaría, ¿no cree que a mi tío le gustaría saber algo de esto?
—El comisario Andrea no debe estar al tanto de nada, si le hubiera interesado me hubiera escuchado. Se trataba de un niño, ¡vale!, de un bebé de 9 meses; no tienes idea de lo duro que fue para mí levantar esa sábana dorada y verlo allí tirado en el suelo.
Tercera entrega.
Continuará…
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