A veces siento que mis días en este mundo tienen que terminar.
Me siento cansada de seguir, cansada de luchar, cansada de esta vida de mierda que me ha tocado vivir.
Recoger la toalla cuando la tiras no es suficiente. Cada vez más encerrada en mi misma, sin sociabilizar, sin reír pero llorando mucho.
Estoy agotada, no puedo más. Muchas veces sólo quiero mirar desde arriba o desde abajo un mundo que ya noe compete, mirarlo de soslayo, de lejos sin que me afecte.
Todos se acostumbrarán a mi ausencia, tampoco se notará tanto. Hace tanto tiempo que vivo encerrada en mi que nadie me echará en falta.
Se de una sola persona que lo hará, y ahí es donde flaqueó. Donde suelto los malos pensamientos y los dejo ir. Por nadie más.
La lucha interna que mantengo me tiene absorta y destruída. Ni sombra de lo que era. Lo dejé todo por un sueño, que se convirtió en kimera antes de darme cuánta.
Las personas como yo no tenemos derecho a sueños e ilusiones, no podemos permitirnos el lujo de pensar en algo más y mejor. Esto es lo que hay, o lo tomas o lo dejas, noas opciones, y cuando las encuentras no son viables.
Lo he imaginado muchas veces, pero siempre con la cobardía de no hacerlo. Hay palabras mayores que me invitan a contenerme, aún no es el momento. Pero llegará, sé que llegará y podré descansar y respirar tranquila aunque sólo sea por una vez en mi vida.
Si fuera egoísta, si no mirara a mi alrededor, hace mucho que esto y aquello habría dejado de doler y hacerse a un lado, pero por desgracia no lo soy. Sigo siendo la misma imbécil que cree en el ser humano a pesar de no merecerlo, la misma niña que confía en las personas aunque cada día sea una aventura lidiar con ellas. Sigo siendo buena persona aunque a veces parezca lo contrario. Uno no deja de tener humanidad de un día para otro. Por eso sigo aquí, en el mundo de los vivos, aunque muerta por dentro.
Aún no ha llegado la hora, pero lo hará y yo estaré más que preparada para ejecutar mi sentencia definitiva.
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