Podría comenzar este artículo rebuscando en wikipedia o bien en algún página de baloncesto y colocaros aquí el palmarés de Pau, nuestro Pau, porque todo lo que hace tiene un paso más, pero no, no tendría sentido porque eso ya lo podéis buscar donde mismo yo.
Hoy vengo a emocionarme escribiendo sobre el mejor jugador nacido en este país -barreras y lineas imaginarias definen lo que llamamos España- y sobre lo que pasó anoche… anoche ocurrió un milagro y ocurrió en Los Ángeles, California, el sueño americano, el viejo sueño americano se hizo realidad y lo hizo un chavalito muy largo, muy largo,… más largo que un día sin pan, suplente cuando era niño de oro porque otros ocupaban el quinteto titular, solo eso.
«Esto es más de lo que podía imaginar nunca. Es un día muy especial, es posible que aunque soy un equilibrista y me muevo bien controlando las emociones, al final me quiebre y me asome a un abismo por tanta emoción»
Pau, el de los brazos largos, el de la piel blanquita como la leche que destacaba en aquel Barça junto a su inseparable Juan Carlos Navarro y del que jamás olvidaré la exhibición que hizo en Sevilla, -yo de testigo en las gradas- en aquella Copa del Rey para el recuerdo.
Y dio el salto, drafteado por Atlanta con el número 3 y traspasado a Memphis donde comenzaron sus primeras hazañas en la NBA, donde el basket es basket.
¿Quién no recuerda sus primeros partidos? Todo era una locura…
¿Quién no recuerda la jugada y el mate en la cara de Kevin Garnet? Normal que lo compararan con “la lengua”…
¿Quién no recuerda la frustración de perder a pesar de él?
¿Traspasó a los Lakers? ¿A los Lakers? ¿Con Kobe? Uffff…
«Lo extraño mucho. No hay nada que pueda hacer al respecto más que amar a su familia. Así es como lo siento. Recuerdo cuando llegué a los Lakers. Kobe te da la bienvenida y te dice: ‘Salgamos y ganemos un anillo’
Y yo pensé ‘OK, estoy a bordo'».
Y allí comenzó otro nivel de sueño dentro del inicial; un sueño mirado con letras doradas y un gurú en los banquillos, y… ¡llegó la hora de competir!
De competir… y de ganar un anillo y un segundo anillo y de ser All Star y de crecer junto al desaparecido Kobe, su hermano Bryant. ¿Qué mas darán los apellidos si la sangre y la raza da la misma en ambos…?
«Soy un privilegiado por muchas cosas, ahora por tener la oportunidad de ayudar a la gente que más lo necesita desde mi posición de relevancia en la sociedad. Quiero decir que la vida pasa bastante rápido, ¿no? En un abrir y cerrar de ojos, puedes ser un niño jugando baloncesto en tu escuela con tus amigos, y de repente, estás realizando tu sueño. Pero esta noche, realmente supera cualquier sueño o expectativa que haya tenido porque significa mucho. Y obviamente con Kobe ahí arriba, solo agrega algo significativo y poderoso, triste y feliz, doloroso y alegre».
Y el 16 se hizo familiar, ya lo era en Memphis pero ahora mucho más. No estamos hablando de cualquier cosa, no, son los Lakers, a los que permítanme que diga que solo le hacen sombra los Celtics. Espero no se enfade ningún seguidor de los del Garden.
Y desde anoche, desde la madrugada del 8 de marzo, el 16 de LA Lakers es inalcanzable para la humanidad porque ya no pertenece a este mundo, ya cuelga victorioso de los cielos del Stapler Center, junto con las de su amigo, su hermano, su inseparable…
Días históricos que el propio Pau describe así en rueda de prensa:
«He vivido unos días frenéticos, con el corazón a mil por hora por la emoción. No he podido dormir bien pensando en todo lo que se me venía encima y cómo lo iba a gestionar.
Creo que el denominador común es que brindé algo valioso al equipo para ayudarlo a ganar. No me atrevería a compararme con esos grandes jugadores. Tengo tanto respeto y honor. Parte de la razón por la que estoy allí es que ayudé significativamente al equipo a ganar esos campeonatos. Si no hubiera ganado campeonatos, no estaría aquí».
Y desde España, desde el mundo entero porque es ejemplo de muchas cosas se le debe de homenajear como se merece, a la altura de las circunstancias pero no estamos preparados para asimilar lo que anoche ocurrió…
«Siempre he sentido mucho el cariño y el apoyo de la gente, por muy lejos que estemos de allí. Siempre me he sentido muy afortunado, estoy muy agradecido. Los aficionados españoles me decían que les robaba muchas horas de sueño. Yo les decía que lo sentía… pero espero que disfrutaran y les compensara. Siempre he sentido su cariño muy cerca».
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