El ser humano, ese ser que transita esquivando unos pies descalzos y sucios, unas mantas con bolsos más falsos que su sonrisa y alguna que otra obra que mantiene en vilo el caminar de este triste ser, que de humano cada vez tiene menos.
Largometraje cinematográfico donde zombies habitan entre zombies con el único fin de seguir creando zombies; no se asusten, no hay veneno, aunque tampoco antídoto para un virus tecnológico que os mantiene latentes, aunque sonámbulos, ajenos a las maravillas que os rodea.
Doscientas dos me parecen pocas cuando se podrían contar por miles y es que claro, vuestras vidas son prototipos desajustados, casas pilotos sin puertas ni ventanales que permitan el paso del sol y del aire fresco de la mañana. Vuestras vidas, eso que pasa entre whatsapps, tuits y likes porque no hay negaciones que si no…
Niños y mayores, viejos arrugados todos; piel de hoja tan caduca como vuestras emociones; sentidos que se alteran por unas palabras de algún desconocido inmerso en el anonimato de una pantallita que libera su ira, su falsa prepotencia y sus inseguridades atacando para sentirse importante y tú caes en la trampa una y otra vez. Vida decís que tenéis.
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