“La niña de las rastas”, dijo Reyes cuando vio entrar a su compañera.
—¿Cómo han transcurrido esas vacaciones? Te he llamado varias veces, pero no me has respondido ni a los mensajes. Antes de entrar, debemos hablar. Vengo de la cafetería, y Fabián me ha dicho que no te va a gustar “ni un pelo” el giro que ha dado el caso.
Nina lo miró en silencio y finalmente, le dijo—. Confieso que sé cuánto le gusta un chisme a Fabián. Me resultaba sorprendente ver cómo podía entablar amistad con alguien, estar con ella, reír o tomar copas, y luego a su espalda ponerlo como los trapos. “No estaba de acuerdo desde la distancia.” Aunque lo respetaba “hasta que ha decidido hacerlo conmigo”. Él está muy equivocado, ¡y no es nadie!, para juzgarme. No me gusta que me juzguen, y él lo ha hecho. Lo tenía en mi parcela de amigos, pero podrás comprender que eso ha quedado atrás. Por eso, prefiero dejar el tema antes de entrar en la oficina —dijo empujando la puerta.
—No, Nina, ¡espera! En serio, tengo que hablar contigo.
—Buenos días, inspectora —dijo Diego, interrumpiendo la conversación al comprender que de algún modo Reyes estaba al tanto de lo que estaba ocurriendo—. Inspector le estaría muy agradecido si pudiera esperar fuera, necesito hablar con su compañera, muchas gracias, le llamaré cuando termine.
—¿Qué está pasando aquí, comisario? —preguntó Nina mirándole con desconfianza.
—Será mejor que te sientes —le sugirió Diego.
En ese momento, llegó el sargento—. “¿No te han dejado entrar?”, —le preguntó a Reyes. Que, sin pelos en la lengua, respondió—. ¡Esta mañana estás muy simpático Fabián! Es buena esa picardía, amigo. “Te hará falta cuando Nina salga de ese despacho”, —le dijo mientras escribía un mensaje en el móvil.
—¿A mí?, mira, Reyes; te voy a dejar las cosas muy claras. Desde el principio no me ha agradado cómo se han llevado las cosas, y así se lo he comunicado al comisario en varias ocasiones. No obstante, él ha pensado que era necesario ocultarlo, además sabes de sobra lo que opino del sobrinísimo.
¡Ya lo sabe! —exclamó Reyes cuando Nina se giró a mirarlo. Era una mirada llena de decepción, que compartió con Fabián.
En aquel instante, Diego les hizo un gesto con la mano para que entraran; y a Fabián, le sonaba un mensaje de Reyes, que leía mientras cruzaba la puerta.
“A cada cerdo le llega su San Martín”.
Fabián alzó la mirada llena de asco para responder a Reyes—. Siempre creí que te habías equivocado de profesión, probablemente lo tuyo es el circo. Sonrío y le invitó a entrar a una reunión que se presentaba difícil. Ya que a pesar de que una compañera estaba en peligro y que esta situación se extendía a su familia, no se había tenido la capacidad de informarla.
—Bien, ya he informado a la inspectora, en cuanto al operativo. Es fundamental asegurarse de que todas tengan la protección requerida. Se ocuparán los compañeros de la secreta para solucionar esto en el menor tiempo posible. Además, quiero hacer hincapié en que la inspectora desea evitar que sus hermanas tengan que experimentar ningún tipo de trance traumático, y aunque no sabrán nada sobre nuestras sospechas, estarán bajo vigilancia, hasta nueva orden.
Continuará…
Deja una respuesta