Era tarde, las calles estaban en silencio y lloviznaba. Reyes estaba sentado en el sillón viendo vídeos en el móvil de un compañero y a cada poco soltaba una carcajada… Despertando a Nina que estaba agotada por el miedo. Isabel y Laura conversaban con la luz apagada en el dormitorio, mientras Lucía observaba por la ventana desde el salón.
—No… no puede ser… —susurraba intentando ver a través de los destellos de luz de la farola de enfrente —¿O sí? —Mira esto Reyes. Ahí, hay alguien, ¿verdad?
—¿Dónde? —dijo dando un toque en el hombro de su compañero para que lo comprobara.
—¡Ahí!, justo detrás de esa farola —el sonido apenas había salido de su boca, cuando un silbido cruzó el vidrio en forma de bala; impactando en el rostro del agente mientras caía al suelo lentamente con un gesto incrédulo, aunque su sangre se esparcía tras de sí salpicando el rostro de Reyes que corría en vano para ayudar a su compañero—. Al suelo, todo el mundo, al suelo —gritaba.
Lucía, agachada junto a la ventana, le hacía señas a sus hermanas pequeñas para que no abandonaran su habitación, aunque estaban aferradas a la puerta con ambas manos. Además, Nina les ordenaba desde el otro extremo que se metieran bajo las camas, pero Isabel estaba tan aterrada que necesitó la ayuda de Laura para encontrar el valor de moverse. El caos duró poco tiempo, hasta que de repente llamaron a la puerta.
—¡No abras! —susurró Lucía con una expresión de súplica, llorando, mientras negaba con el índice tembloroso, observando cómo Nina y Reyes se preparaban. —No abras —le rogaba a su hermana: mirando la carnicería que el impacto había generado en el rostro del agente. Hasta que el sonido agudo y chillante de las patrullas le hizo respirar aliviada—. “Sirenas”, cada vez más cerca —añadió.
Nina miró a Reyes y mediante gestos decidieron esperar.
—Inspectora…, abra la puerta… ¡Si lo hace, le prometo que dejaré a sus hermanas con vida! Sabe que solo la quiero a usted… Me ha puesto las cosas muy difíciles… ¡Contándole a mí, subordinado, que maté a su hermana! ¡Me oye…! ¡Abra! —gritaba aporreando la puerta con una violenta cuenta atrás.
Continuará.
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