
El Real Betis volvió a decepcionar y dejó escapar dos puntos en el Ciutat de València con un empate (2-2) que sabe a muy poco. El inicio fue vergonzoso: dos goles en diez minutos que retratan a un equipo que salió desconectado, sin intensidad y sin actitud. Iván Romero y Etta Eyong aprovecharon los regalos de una defensa blanda, y en un abrir y cerrar de ojos el Betis ya iba 2-0 abajo. Un comienzo inaceptable para un equipo que aspira a estar en Europa.
La reacción llegó por calidad individual, no por un plan claro. Cucho Hernández marcó un golazo para recortar antes del descanso, y en la segunda parte el equipo empujó más por obligación que por convicción. Fornals, con un buen cabezazo en el 81, puso el 2-2 y hasta hubo ocasiones para ganar. Pero el mal inicio pesó como una losa y el Betis se volvió a quedar a medias.
Lo preocupante no es solo el empate, es el balance: 6 puntos de 12 posibles. Muy poco. Este Betis se está dejando demasiados puntos ante rivales que, con un mínimo de seriedad, deberían estar resueltos. La plantilla tiene calidad para más, pero la falta de concentración, de contundencia y de soluciones desde el banquillo vuelven a condenar al equipo.
El cabreo es lógico. Porque incluso con ese arranque de partido desastroso, había fútbol suficiente para ganar en Valencia. Y no se ganó. En Liga no hay margen para regalar nada, y si el Betis quiere pelear arriba, partidos como este se tienen que cerrar con tres puntos. El tiempo pasa, los errores se repiten y la clasificación ya empieza a apretar.
