Algún día le tocará al Carnaval, pero por ahora esta semana viene presidida por la efeméride de Halloween.
Lejos de dar mi opinión sobre una fiesta que, si os digo la verdad, no me interesa en absoluto, pero que respeto, por supuesto, a quienes la disfruten y la celebren, me gustaría hacer una reflexión en voz alta.
¿Qué hemos hecho mal para que en los centros educativos, desde los más pequeños hasta los más grandes se pongan un disfraz para conmemorar la noche de halloween? ¿Por qué hay tanto interés por una celebración que hemos tomado como nuestra sin serlo? ¿Acaso no es triste que haya quien se disfrace más por el día de halloween que un domingo de piñata? Las comparaciones siempre son odiosas, pero es penoso como dejamos que se infravaloraren nuestras costumbres, nuestras fiestas y nuestras tradiciones.
Me encantaría que, al igual que en esta semana, se realizan en los institutos todo tipo de actividades para celebrar lo que, ahora está de moda denominar, la noche de brujas, se hiciera lo mismo cuando llegara febrero.
Es triste que en muchas programaciones de institutos, ni siquiera se tenga en cuenta en ninguno de los departamentos didácticos nada que tenga relación con el Carnaval de Cádiz. ¿Acaso no cabe cualquier composición de Carnaval en la asignatura de música? ¿Tampoco en la clase de historia?
De literatura ya me encargo yo, aunque sienta que en la mayoría de los casos, somos minoría. Seguiré acercando a mis alumnos las letras de la poesía social más cercana que tenemos en la realidad. Seguiré trabajando todo tipo de textos carnavalescos para que comprendan mejor la literatura. Seguiré usando el Carnaval como vehículo para la didáctica. Y es una pena que haya quienes sigan pensando que una manifestación cultural, artística y social como es el Carnaval de nuestra tierra no tenga cabida en la educación.
Solo espero que más de uno reflexione sobre si en febrero debería, al menos, hacerle reflexionar a sus alumnos cuál es la esencia del Carnaval y ayudarlo a distinguir entre comparsa o chirigota y qué es un pasodoble y en qué se diferencia de un cuplé. Porque lo de truco o trato ya lo tienen más que interiorizado.