
Son muchas las reflexiones que últimamente abordo sobre el tema del Carnaval. Precisamente en las últimas presentaciones de mi libro, Tras los versos del Capitán Veneno ha surgido el mismo debate y coloquio con los participantes. Lo cierto es que además de hablar de la figura de Juan Carlos Aragón como poeta, que es el principal objetivo de mi ensayo: ensalzar su figura aún más, dentro y fuera del ámbito carnavalesco; otro de mis objetivos, no es otro que seguir apostando por defender el Carnaval del mismo modo en que lo hizo el Capitán Veneno, es decir, tratándolo como un arte mayor para una Chusma Selecta. Y, desde mi pequeño granito de arena, en todas las presentaciones del libro hablo sobre cómo es visto el mundo de la creación carnavalesca desde fuera de Cádiz. No pretendo generalizar, es obvio que a todos los que nos consideramos amantes del carnaval y lo consideramos como una parte, al fin y al cabo, de nuestra vida, este tema ni si quiera da lugar a un debate o intercambio de opiniones. En mi caso, es obvio que tal y como he comentado en anteriores ocasiones, el carnaval es una herramienta incluso que utilizo para el ámbito educativo, es una fuente inmensa de riqueza léxica, ingenio, ironía y un sinfín de sustantivos relacionados con la creatividad.

Sin embargo, hay todavía mucho por hacer. Hay ciertos ámbitos donde estudiar el arte del carnaval no está bien visto, porque ni si quiera se plantea como objeto de estudio. ¿Qué hay de su música? ¿No podríamos acaso como hacen en otras comunidades, implantar una parte carnavalesca en las programaciones didácticas? ¿Por qué no se pueden hacer trabajos de fin de grado sobre la producción escrita de algún autor de comparsa, chirigota o cualquiera de las modalidades? ¿Por qué siguen con las etiquetas y los prejuicios? Hay quien prefiere seguir considerando hacer carnaval como una costumbre de los estratos sociales más bajos.
Es una pena que, a día de hoy, el Carnaval de Cádiz esté en tan poco valor para muchos que siguen mirando hacia esta fiesta con cierta perspectiva retrógrada. Nosotros, los demás, los que sí disfrutamos y consideramos que es un arte, seguiremos apostando por llevarlo a institutos, universidades y a donde sea necesario. Solo es cuestión de tiempo.
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