Sé que lo estas pensando, que los cínicos no sirven para este oficio. Puedes decirlo, no es la primera vez que lo escucho. Y ya ves, aquí estamos. Yo tirado entre las hojas, indefenso, con la pistola a un metro de mi mano y, tú,apuntándome a la cabeza con ese bonito revolver. Este es un bosque precioso para morir, diría que casi más que para vivir. Lo estas deseando ¿verdad? Que intente coger mi arma, necesitas un motivo, cómo aquel policía que pidióque le alegrasen el día. Pero no, tú no vas a decir nada. La única diferencia entre nosotros es que uno de los dos mataría sin pestañear, mientras que el otro necesita un motivo más, escuchar las últimas palabras del futuro cadáver. Pues bien, hablaré: tienes mal gusto para las corbatas, puedo verla a través de los huecos del tambor de tu revolver. Está descargado. Si quieres decir algo…