La Literatura, tan parecida a veces a una religión, tiene sus pecados. No sé si alguien ha osado clasificarlos, pero existen. Lo bueno que tiene nuestra enseñanza intrínsecamente católica es que convivimos con el pecado de forma muy natural, orgánica creo que se dice ahora. Somos pecadores. Y esa naturalidad con la que nos movemos en el pecado es gracias a la posibilidad de redención que nuestra religión/cultura nos permite. Más allá de pagar bulas o de hacer donaciones (trámites aceptados orgánicamente por nuestra Iglesia Católica), si existe un arrepentimiento sincero y un propósito de enmienda del pecado, nuestra penitencia puede ser anulada.
Mi pecado contra la Literatura (al menos uno de ellos), lo confieso aquí, era el no haber leído poesía nunca. Nunca es mucho decir, por supuesto que he leído y escuchado versos de Neruda, he conocido a Gil de Biedma a través de sus diarios, por ejemplo, pero nunca me había parado a leer y comprender la poesía. Me daba la sensación de que no llegaba a entenderla de manera profunda. Sin ir más lejos, sirva como ejemplo el vacío que me quedó al ser incapaz de comprender y apreciar en su totalidad La tierra baldía, de T.S Elliot, que leí en la traducción de Luis Sanz Irles (Olélibros editorial)
Todo esto para decirte que, gracias a Konstantino Kavafis, he empezado a saldar mi deuda con la poesía. Gracias a Las velas (escrito en 1893) he sentido la poesía. He entendido que la poesía no hay que entenderla. Mi entendimiento, por supuesto, no es más que el de un neófito, así que es muy posible que esté equivocado, pero no me negarán que hay cierta satisfacción cuando uno llega a una conclusión por sus propios medios. Por eso quiero agradecer al poeta egipcio que me haya ayudado a entender cómo tengo que relacionarme con la poesía.
Pues eso, que te dejo por aquí el poema de Kavafis, espero que te guste.
LAS VELAS
Los días del futuro se alzan ante nosotros
como una hilera de velas encendidas-
doradas, vivaces, cálidas velas.
Los días del pasado quedaron tan atrás,
fúnebre hilera consumida
donde las más cercanas aún humean,
velas frías, torcidas y deshechas.
No quiero verlas; su aspecto me aflige,
me aflige recordar su luz primera.
Miro ante mí las velas encendidas.
No quiero volverme, y estremecerme al contemplar
qué rápidamente se alarga la hilera sombría,
qué rápidamente crece con sus velas ya consumidas.
( Konstantino Kavafis, de Recuerda, cuerpo. Ed. Random House, colección Flash Poesía 2018)