Se escribe de lo que has vivido… O de lo que escuchas que han sufrido otras u otros…
Cuando vi la película «La Tormenta Perfecta», rescaté un recuerdo. Hoy, en una conversación sobre literatura, se revive otra vez.
Mi abuela me da de merenda pan con chocolate. Un buen trozo de pan con chocolate. Me gusta el chocolate…ME GUSTA!!!!!
Comería chocolate todo el día. Con pan, sin pan, con naranjas, con fresas, con almendras, con cacahuetes… Sin parar.
Cojo el cuaderno, los lápices de colores y me meto debajo de la mesa camilla.
«Tengo que esconderme. Si llegan mis hermanos querrán pintar y me quedaré sin cuaderno, sin lápices….probablemente sin chocolate. Eso no va a pasar. Me esconderé aquí.»
«Ummmmm, está mariposa no está mal. Me gusta naranja y negra, como esas que vi en las fotos del libro de ciencias…
¡¡¡Ups!!! Llaman a la puerta. Ummmmm, no pasa nada. Es mi tío Pedro.
¿Quedará bonita la mariposa si le pongo un borde amarillo?
Joooolines, ya se me cayó el chocolate….no pasa nada, un besito y de nuevo bendito.
¿Está llorando mi tío? ¿Por qué?»
«Marisol, en un momento estaba mirando la mangata y, al momento siguiente…llegaron las nubes negras. No veíamos la costa. Y la mar, se enfadó.
Íbamos a amarrarnos al barco y una ola enorme nos golpeó por estribor.
Y no hubo tiempo. Intenté coger a mi hermano, mi compañero, mi amigo, pero se me escapó de entre los dedos.
«¡¡¡¡Hombre al agua!!!!», grité.
«¡¡¡¡Hombre al agua!!!!» escuché gritar a otros compañeros.
Mi otro hermano también había caído en un bandazo de la nave.
«¡¡¡¡Hombre al agua!!!!», de nuevo un poco más lejos.
Corrimos como locos en busca de los salvavidas. Con el cuerpo casi fuera de la borda, escudriñamos las olas.
Yo quise tirarme, buscarlos. No me dejaron.
Gritaba y lloraba. «¡¡¡¡Dejadme, dejadme!!!! ¡¡¡¡Son mis hermanos!!!!»
Un compañero me abrazó por delante y me dijo: «¿quieres que tu madre llore por tres?
Si pasa lo peor, al menos te tendrá a tí…
Contrólate.»
Y me dejé caer en la cubierta, llorando a gritos, a mares, a bramidos de impotencia.
Y, de pronto, la mar se calmó.
Y todos empezamos la búsqueda de los cuerpos, mientras llorábamos y maniobrabamos para volver una y mil veces al lugar de la desgracia.
Echamos las redes, sabiendo que solo había esperanzas de recuperar cuerpos sin vida que entregar a sus madres, a sus mujeres, a sus hijas e hijos…
Intentando robarle a la mar los restos de su botín…»
Y empezó a llorar de nuevo.
A gritos, a bramidos, mientras yo había dejado de comer chocolate y me había quedado quieta, muy quieta, casi petrificada.
Y mi abuela lo consolaba, sin abrazos, con palabras.
Estaba de Dios, estaba de Dios,….resignación, Pedro, resignación.