En lo más alto de Sierra Morena, en medio de una gran batalla que parece no tener fin, se encuentra, paralizada por el miedo, la hija del general. Sufriendo por su familia y maldiciendo cada envestida del frente enemigo, ella no sabe cómo actuar. Su padre es un hombre de recursos, lo que le proporciona una gran ventaja ante la victoria pero las acciones enemigas consiguen nublar sus sentidos. Ella no deja de pensar en que tal vez no esté siguiendo la mejor estrategia pero confía en que tarde o temprano la tregua llegue.
Y esta no es la única guerra ante la que se tiene que enfrentar la hija del general. Esta minúscula incursión, aunque no por pequeña resulta menos peligrosa, está siendo llevada a cabo cuando en todo el mundo reinan los conflictos. Son tiempos difíciles, todos los planes que ella se había formado en su cabeza en los tiempos de paz y prosperidad se han derrumbado.
Los días van pasando y, poco a poco, el futuro que en ciertas ocasiones le pareció un presente se va desvaneciendo. Se siente mayor, intemporal. Piensa que sus planes se están retrasando demasiado y eso le pasará factura. Intenta no desesperarse y confía en cumplir algunos de sus sueños aunque lleguen algo tarde. Mientras haya vida hay esperanza…
La muerte es su gran perturbación. Su cuerpo reacciona de una manera tan extraña y tan desagradable cuando piensa en el fin… Pero esa gran barrera se hace invisible la mayor parte del tiempo y puede seguir soñando con el futuro, pensando que ya queda menos para que llegue. Que será capaz de sobrellevar lo que venga aunque los años se le hayan echado encima. Porque sólo la muerte impedirá que, más tarde o más temprano, realice las cosas ya pensadas
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