Un día mientras caminaba por la calle comencé a mirar a la gente con la que me cruzaba, no recuerdo en qué momento exacto pero sí que desde entonces no puedo dejar de hacerlo. Y eso que las prisas y mis evasiones terrenales lo hacen cada día más complicado.
Me encanta observar los gestos, la dirección de las miradas, la ausente o desmesurada expresión de las caras y los leves vaivenes de los labios ajenos.
Trato de no estancarme en lo que veo, en la armadura, esa que tantas veces falsea la realidad personal del que la lleva. Hay mucho más y si te fijas bien aflora por encima de todo y enriquece tanto como un conocimiento real.
Callejeo incluso manteniendo conversaciones, cuando hay distancia suficiente o el tiempo decide tomarse un respiro en su largo deambular.Disfruto con esas miradas que como serpientes me dejan hipnotizado al ritmo de la música de su breve parpadear. Miradas que si serenan sus parpadeos son miradas fijas y penetrantes, que en ocasiones hacen a mis ojos sacar bandera blanca y tocar retirada, mas no pudiendo evitar que queden grabadas en la retina de mi memoria.
Gestos de aprobación o de sumisión yacen en sus caras mientras se debaten las conversaciones más internas, banales o profundas, contra uno mismo o contra el mundo. Rostros helados pese a disfrutar de la mejor de las compañías, bocas tristemente cerradas durante su caminar. Algunas asustadas por expresar su sentir o miedosas por su triste pensar, otras simplemente sin saber que decir.
Labios que se curvan acercándose a unos ojos que disimulan y miran en otra dirección como rehuyendo, pero que vuelven curiosos a su destino único.
Sensaciones que me hacen continuar mi camino, a veces alegre y risueño, otras contento y nervioso. Siempre buscando y esperando la siguiente. En ocasiones sigo mirando cuando ya ha desaparecido de mi campo de visión, no queriendo olvidar ese maravilloso instante.
Quizás solo camino mirando a mi alrededor para evitar chocarme con lo que me rodea y todo esto sean solo palabras. Por si acaso mira, sonríe y disfruta caminando.
ÁS_FdN
el guerrero says
21 marzo, 2012 at 11:41Caminemos hermano. Dice el poeta que se hace camino al andar…
MoraDama says
21 marzo, 2012 at 12:02Me ha gustado mucho Filósofo!!!!
Hay muchas veces que por prisas vamos caminando como caballos que sólo pueden mirar hacia delante. Pero los momentos en los que podemos disfrutar de un paseo tranquilo, en el que poder deleitarnos en todos los detalles que nos rodean, son magníficos. Y en ocasiones te cruzas con personas que tienen un magnetismo especial, que te atraen de tal forma, por sus andares, por sus expresiones al hablar, por su risa, la inocencia y felicidad de los niños, que hasta que no se pierde de tu campo de visión no puedes evitar mirarla. A lo mejor no sabes de lo que se ríe pero te contagia su alegría.
Es fantástico.
celia says
21 marzo, 2012 at 12:20Buena observacion de las personas que somos todos. No olvidemos que cuando caminamos vamos inmersos en nuestro mundo, nuestras alegrias y nuestros problemas y aqunue no no demos cuantas hacemos gestos que si alguien te observa, a veces se extrañara de vernos, pero que va con lo que llevamos en la mente en ese momento. Cada persona y cada instante de ella, es un mundo particular y asi su reaccion. Besos
Melva Hernandez says
21 marzo, 2012 at 23:46Querido Filoso reflexionando siempre caminamos queriendo evitar miradas o a veces queriendo encontrar algunas y como tu dices siempre distraidos al pensar en los gestos de cada persona que ves sin saber su alegrìa o su dolor pero en general me encanta describes tambien todo un Super Articulo como siempre viniendo de ti ………