Parece complicado hacer las cosas bien y más, encontrar gente con ganas, implicadas y cualificadas tanto técnica como cuantitativamente para desarrollar un proyecto, y cuando lo encuentras, ¿cómo es posible que no se valore?
Trabajo, cierto, pero no remunerado, una de esas cosas que dice el Filósofo que le llenan el alma de satisfacción, y la verdad sea dicha, a mí esta tarea, no cae directamente sobre mí, pero como diría mi madre, «si fuera mujer,
iba a ser la más puta de Sevilla». No sé decir ¡No! cuando es algo que me entusiasma.
La pena de todo esto es que ante las desavenencias y algún que otro desprecio del pasado, he demostrado de lo que soy capaz y aún así, la desgana y la falta de interés se hace patente.
El intríngulis mío es que, aun sabiendo que debería dejarlo porque me quita mucho tiempo no valorado por prácticamente nadie, me gusta tanto lo que hago y
estoy tan implicado con el asunto y lo he hecho «tan mío», que seguir sería una pena y continuar de tonto…
Callejuela con laberinto oscuro en el que me encuentro y cuya decisión debo tomarla cuanto antes porque lo que no quiero es fastidiar ni con una cosa ni con la otra…
Cogeré una margarita, la deshojaré y ya luego decidiré que hago porque lo del sigo/no sigo/sigo/no sigo es un poco moñas…