
Desde aquel 15 de diciembre han pasado muchas cosas… tantas que me da vértigo enumerarlas, y sin embargo siempre hemos estado cogidos de la mano. Unidos por un cordón umbilical fuerte, seguro, inquebrantable, irrompible. Echo la vista atrás y visualizo las emociones que me hiciste experimentar por primera vez, aunque siempre supe que estaban ahí, latentes y al acecho de hacerme mujer y hacerme feliz. Aún no había llegado el momento, quedaban por delante nueve lunas eternas por el ansia que me creaba llegar a tocarte y sentirte de esa manera que sabía que sólo yo podría hacerlo.

Aquel 2011 ya lejano en el tiempo, me regaló la sensación más maravillosa del mundo para luego hacerme aún más plena si cabe. Nervios, miedo, incertidumbre, ilusión y entusiasmo, todo mezclado en un cóctel molotov que explosionaría al verte, no tenía la menor duda.
Sentirte dentro de mi conforme iban pasando los días, me caló hasta el fondo como nunca nadie jamás lo hizo ni lo haría. Ya eras el amor de mi vida, y ni siquiera te conocía.
Un latido apresurado, una patada inesperada que a veces ni sabía reconocer como tal, me daba pistas de que estabas y seguías estando, mientras yo cuidaba con mimo aquel pequeño nido que había creado dentro de mi, para que nada te faltara, haciéndome la firme promesa de que así sería el resto de mi vida.
Te hiciste de rogar dos semanas más de las esperadas, todo crecía con una rapidez desorbitada, y yo esperando que llegaras y a la vez sin querer que lo hicieras, porque sólo éramos tú y yo, sin nadie más. te hablaba, te cantaba, te acariciaba sin tocarte, piel con piel antes de tenerte entre mis brazos. Y entonces llegó el momento. El día más mágico de toda mi vida. Como un día de Reyes veraniego llegaste a mi vida con la fuerza de un ciclón, para hacerte, por fin, la realidad más maravillosa del mundo.
Aquel 30 de Agosto de 2012, a las 21.15 de la noche, después de 42 semanas y 12 horas, me hiciste madre y mujer con sólo mirarme.
Hoy han pasado nueve años, que ha corrido como la pólvora y apenas sin darme cuenta. Lo más difícil, esa separación impuesta por la vida, la que me negaba a admitir, la que me costaba asumir, la que no podía soportar, pero que tú,con tus ojos abiertos de par en par, tu sonrisa eterna, tus caricias, tus abrazos y tus te quiero, supiste ayudarme a continuar andando de tu mano. Siempre enseñándome, siempre amándome sobre todas las cosas, siempre con besos curativos para el alma. Siempre encontrándonos en nuestra estrella cuando estamos lejos para hablar de nuestras cosas y confiarnos secretos. Para tí «la mejor mamá del mundo», para mi, la vida entera, Mi vida chica, mi bombón de chocolate blanco, mi superhéroe favorito, mi Joaquinello particular.
Hoy, a escasos días de tu Primera Comunión, quiero decirte que te amo, que eres un pedacito de mi en el mundo. Quiero contarte que eres y serás el amor de mi vida, el que siempre está, el que nunca me abandona, al que le da igual que no me pinte o no me arregle, para tí siempre estoy perfecta. Quiero gritar a los cuatros vientos que nada tiene sentido sin que estés conmigo, que me encanta enseñarte a volar solo, a ser independiente, a defender tus ideas. Me entusiasma ppoder llevarte de la mano en este mundo de locos, para que sepas apreciarlo, porque la locura también es un don que pocos saben disfrutar.
Hoy quiero hacer la declaración de amor más sincera y más bonita que una mujer puede hacer a alguien, y esa va para tí. Para el niño de los ojos bonitos, para el que tiene un corazón de oro, para un ser cariñoso y bondadoso, para tí, mi cielo.
como tú me dices siempre, «te quiero tanto que no puedo dejar de decirte te quiero» porque en ti nace y termina mi mundo, mi vida y mis sueños. Tú le das sentido a todo. Valiente, soñador, campeón de campeones…. Mi ser entero sólo tiene un nombre, y es el tuyo JOAQUIN.
PD. A mi hijo, porque es el mayor regalo que la vida me tanía preparado, el mayor tesoro que puedo tener. Me sobra todo si estoy a tu lado. Mi orgullo, mi desvelo y mi sueño.
Te amo pequeño gran hombre.
Firmado:
Mamá
Deja una respuesta