Se acabó lo que se daba…
Comenzaré por mí, el burro por delante para que no se espante.
Nunca me caiste bien; no hablo a nivel personal, hablo a nivel futbolístico. Fuiste ese mal portero que de pequeño no entendía que estuviera con la camiseta del Barcelona y después, fuiste ese entrenador que no me atraía absolutamente nada. Desde que Arguiñano está en la tele, ya no vale decir eso de que tienes carácter vasco. Ya no cuela…
No me gustó la decisión de que fueras seleccionador; sigo pensando que ese puesto es un privilegio que tú no merecías y pasó lo que pasó y llegaste al Madrid de Florentino, siendo la enésima opción y negociaste a las espaldas a escasos días de un Mundial. Duraste lo que duraste…
En Oporto más de lo mismo, y sin focos mediáticos porque la Liga Portuguesa es cualquier cosa menos atractiva. La prensa de la capital se empeñaban en hablar de ti cuando solo eras el entrenador de un mal Oporto hasta que saliste a malas con todo el mundo, profesionalmente hablando y “al rato”, maldita mi suerte que a Monchi se le antoja traerte.
Yo era el primero que deseaba que no hubieses firmado nunca. Ya lo he dicho, no me gustas profesionalmente. El primer año fue difícil, mucho, y tuviste la suerte que te ha acompañado en todo momento y saltó el maldito COVID 19 y llegó la pandemia. Si no llega a ser así, tú no ganas la Europe League porque ya estaba la grada con el run run… pero la ganaste, mejor dicho, la ganó el Sevilla FC contigo de entrenador y aún genial Banega, un espectacular Ocampos, un increíble Bono, y hasta un ejemplar Munir. Todo producto de la obsesión de un club por cumplir las medidas sanitarias al máximo y entrenar y entrenar…
Se ganó y lloré de alegría por mí, por los míos e incluso me ilusionó un segundo ver aquella demostración explosiva de felicidad tuya llevando el escudo de mí Sevilla en tu pecho… un maravilloso oasis en medio de un desierto insufrible.
Y pasaron los días, las semanas, los meses y algunos años y te convertiste en el Paco Martínez Soria de los banquillos. Y yo al mismo ritmo pero metido en la jaula de los sufridores… 1, 2, 3 y hasta mil veces te maldecí y pedí tu cabeza, esa que se imponía en el pulso porque yo solo era un sevillista que lo y las veía venir y tú el que decidía seguir en tus treces.
Siento, por el club de mi abuelo, decir que yo llevaba razón; me la diste en la selección por tus formas y firmas, en el Madrid te lo dijeron muy claro, en el Oporto,… y aquí, con dos años de adelanto ya vaticiné lo que iba a pasar y ha estado pasando desde la segunda vuelta de la temporada pasada, pero nada, yo sigo siendo un simple sufridor sevillista.
Hoy te has despedido, ayer, en el campo, tras la enésima vergüenza contigo en el banquillo, los mismos que te ponen a parir a diario en las redes te aplaudían porque… bueno, ese es otro tema a tratar. Imaginen…
A mí, todo eso de los puntos, las económicas que no deportivas clasificaciones Champions me la pelan. Y siento decirlo así porque clasificarse para una competición que solo nos aporta sufrimiento y ridículos por toda Europa no me vale, no me atrae como aficionado al fútbol. Los euros, contados por miles, por millones, para accionistas y economistas de tres al cuarto que inundan las redes en modo sabelotodo para aplaudir todo lo que hacen los malos dirigentes de la empresa llamada Sevilla FC SAD, ya sea porque son unos mandados, porque reciben algo a cambio o simplemente porque así creen que son más sevillistas que nadie.
Se acabó, por fin, la era Julen Lopetegui y mañana saludaremos a Jorge Sampaoli, que ya está en Sevilla.
Perdonen pero este Sevilla no ilusiona a este sevillista que escribe y si tenía clarísimo que Julen Lopetegui no era el entrenador adecuado, no sabría decir qué pienso de Sampaoli porque no tengo ni idea de cómo saldrá la historia. Tampoco sé si yo fuese el encargado de traer a un entrenador, cuál sería el indicado para esta situación.
Cómo se suele decir, a Rey muerto,…
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