Autor: Ángel R. Barrios
Dos policías de uniforme custodiaban, inquietos, la entrada a la sala de interrogatorios. El novato inspector al mando llegó con paso firme, se detuvo, miró a ambos y respiró hondo: siete cadáveres carbonizados y descuartizados en una nave abandonada eran muchos cuerpos para empezar. Se saludaron y uno de ellos abrió la puerta evitando mirar al interior. El inspector esperó un segundo y entró con fingida decisión. Olía a humo, el detenido no quiso quitarse su ropa. Al fondo, esposado a la mesa, esperaba con la barbilla apoyada en el pecho y los ojos cerrados. Un agente ajustó la cámara y encendió una potente luz. «Va a necesitar un foco más grande si quiere ver algo en la oscuridad que hay dentro de mí», dijo, alzando la mirada cuando escuchó el pitido del comienzo de la grabación.
Microrrelato finalista en el Certamen Guadalajara en Negro/Cadena Ser en 2021.
Género Negro.
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