No. No voy a escribir acerca de que lo que estáis pensando. Tras reflexionar sobre el cuento he decidido basar este análisis en el referente principal que poseo desde niño sobre esta historia: la película de Disney, en latino, con rayas y un embaucador estéreo. Lo que he encontrado después de tantos años, y me temo que a la mayoría de la población se le escapa, es escalofriante. Pone los pelos de punta pensar que varias generaciones hayan disfrutado de esta obra, empujadas por inconscientes adultos, muchos de ellos familiares allegados, que no han querido o sabido ver el mensaje, no tan oculto, que se transmite entre las líneas del cuento-película. No nos debe extrañar que los vicios, costumbres y valores que sin duda ensalza y promueve, hayan sido y sigan siendo en la actualidad algo cotidiano para nosotros. Convencido de lo necesario de esta auditoría externa e imparcial, me dispongo a desvelar con teclado firme y no sin cierto temor por las posibles represalias los oscuros secretos del entorno laboral de Blancanieves y los siete enanitos.
Lo que más me cautiva de los personajes es su faceta como trabajadores. En este cuento la tasa de paro es mínima, casi todos trabajan y tienen un empleo más o menos definido y legal. Más menos que más. Veamos los principales.
Dejaremos a la reina para más adelante, como representante de la figura de los empresarios. Comenzaremos por el Espejo. Se quiera o no es un trabajador, el principal asesor de la malvada y egocéntrica mandataria. Tampoco voy a decir ahora nada sobre lo que estáis pensando. Seguimos con el cizañero trozo de cristal. La Reina pregunta y él estudia, analiza y responde. Una tarea sencilla. Al ser cosa, parece imposible que se pueda formalizar un contrato por estos servicios y no es factible que perciba dinero por sus consejos. Una rara avis en esta historia. Una especie de influencer, de chivato toca huevos, el único que se atreve a decir al empresario las verdades a la cara.
En nómina de palacio nos encontramos también con el sicario. Trabaja para la reina. Una especie de chico para todo, se encarga de los trapos sucios. Una figura más propia de un grupo mafioso que de una monarquía a todo color. Debido a la multiplicidad de tareas que imaginamos desarrolla es imposible determinar a qué convenio colectivo puede estar adscrito. Lo más grave, a mi modo de ver es como incumple su contrato: recibe el encargo de matar a Blancanieves y la deja vivir, demostrando su falta de compromiso con la empresa y eficiencia. Se limita a dejarla abandonada un oscuro y terrorífico ecosistema boscoso. Teniendo en cuenta que la joven es compañera de trabajo, podemos hablar de un moobbing de libro.
No se habla en ningún momento de sus emolumentos, pudiendo ser esta la causa de su dejadez de funciones. Tampoco queda claro, aunque se intuye, que la eliminación de otros personajes pudiese estar a la orden del día en ciertas temporadas del año, sobre todo cuando hace bueno, por lo que bien pudiésemos estar ante la figura de un fijo discontinuo.
El mes que viene continuaremos con esta obligada auditoría en la que me temo vamos a toparnos con todo lo imaginable del inframundo de las relaciones laborales, ya que será el turno de personajes relevantes en la obra, que lejos de dar ejemplo, campan a sus anchas por el sombrío bosque de la economía sumergida.
Espero que estas líneas pongan sobre aviso a la Inspección de Trabajo y Seguridad social y comience a abrir expedientes sancionadores.
©Ángel R. Barrios 2023
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