Permítanme que justifique palabras anteriores en la noticia de la llegada de Victor Orta a la direccion deportiva de nuestro Sevilla FC. Opinión por otro lado que, si alguien de vosotros me sigue en twitter (@juanma_gv) ya habréis leído.
Partimos de dos premisas vitales desde las que sin ellas, el análisis se desmorona al segundo. Por un lado, se nos marcha el mejor director deportivo del mundo, pero no solo eso, es emblema, es carismático, es sevillista, es de los de la casta y el coraje y es un líder capaz de levantar una grada él solo con su sola presencia. Sí, se nos ha ido una de las 4,5 personas más importantes y más influyentes de la historia centenaria del Sevilla FC y deja un vacío imposible de sustituir por una sola persona. A esto acudiré más tarde.
El segundo punto de este análisis es la desmembramiento del Consejo del Club. Aquí poco o nada podemos hacer salvo poner un gran fajo de billetes de 500€ encima de la mesa de esos máximos accionistas, comprar el 51% de las acciones y demostrar nuestra valía. Los accionistas son los que son y encima hay acuerdos entre ellos para ganar dinero porque a nadie se le olvide que el Sevilla FC es SAD donde hay una serie de señores que pusieron su dinero en su día, cuando el club era una quincalla y ahora queremos… no sé qué queremos. Pero de todos modos, aunque este comentario también tenga muchos detractores, a los cuales comprendo en su pensar pero con los que me sentaba a tomarnos unas cervezas y que me explicasen cuál es el problema, si José María del Nido estuviera al frente, dudo muchísimo que Monchi se hubiera marchado. Pero claro, hablamos de otro líder, otro de esos insoportables de Despeñaperros “parriba” que se atreve a vacilarle a Madrid y Barcelona, zarandeando lo establecido.
¿Problema evidente? Club descabezado sin un líder que tenga cultura, sepa hablar, sea y sienta en sevillista, tenga buena presencia, se meta solo en los charcos que nos interesan para sacar rendimiento posterior,… ¿sigo? Pues Victor Orta no nos aportará eso. De fútbol, de fichajes, de control del mercado, de Big Data y del “coño de mi prima” sabe muchísimo, pero que no espere nadie que llore por una derrota, que mire a la grada, que escriba tuit alentando a las masas,… no esperen que sea Monchi, la persona.
Y para ello necesitamos otro formato; no basta con un director deportivo “frío” y “distante”, a nosotros no. En otros clubes, más presidencialistas, la figura del director deportivo es prácticamente invisible. ¿O acaso conocéis a los directores deportivos del Real Madrid o del Atlético de Madrid? Con suerte habréis escuchado sus nombres en alguna tertulia de la prensa capitalina. Pero allí no hace falta, ellos mandan, tienen poder y dinero para gastarse incluso el que no tienen. Véase FC Barcelona…
Nosotros, y cuando digo nosotros, digo Sevilla FC nos pone un emblema, un señor en clave sevillista y no tiene que ser ni ultra como Monchi.
En este divagar sensato que os cuento mi fórmula era = director deportivo + secretario técnico, y por supuesto, para el segundo de los cargos siempre pensé en Victor Orta que contaría con su equipo como así va a hacer pero por encima de él, para que Pepe Castro y Junior no aparezcan, un emblema y me surgieron los nombres de esos grandes que dejaron huella en el sevillismo: Javi Navarro, Pablo Alfaro, Palop, Marti, Kanoute (pero su español no es lo que necesitamos), un David Castedo, incluso Coke, Fernando Navarro (no lo veo) o incluyan en la lista cualquiera de esos futbolistas de verdad que nos pueda representar en toda Europa con destreza y orgullo y de entre todos los nombres sobresalía uno: Julien Escudé.
Sinceramente creo es una fórmula que funcionaría perfectamente donde uno pondría la imagen, la palabra e incluso el sevillismo y el otro el dominio de lo interno.
Dicho todo esto y una vez escuchada la rueda de prensa de presentación de Victor Orta, a muerte con él que ya se ha emocionado hablando de lo ilusionado que está por volver.
ANTONIO LUIS says
22 junio, 2023 at 13:26Creo que de todos los propuestos es el que mejor conoce al Sevilla, estuvo aquí siete años y eso quiere decir que no habrá periodo de adaptación, porque además no tenemos tiempo para eso. A partir de ahí desearle la mejor de las suerte porque esa, será la nuestra.