
¿Dónde estás? No te veo, no te siento. ¿Existes?
Se rumorea tu existencia y no hay atisbo de ti. Ni tu sombra consigo divisar en la lejanía.
Necesito respirar; los momentos se amontonan a pesar de la perfecta distribución de los mismos y el tumulto no me deja seguir viendo el horizonte más cercano. Tal vez ese sea el motivo por el que no estás, ni tu sombra.
La agenda desbordada de razones y tachones, también de sinsabores, porque todo hay que decirlo. Colores que se superponen sin fin ni fin cuando el negro parece ser no actual color.
Otro tachón… Otra sinrazón. O no.
Respiras y suspiras, sonríes y hasta te tragas alguna lagrimilla porque vas de tipo duro resolutivo pero también te agotas, te asustas, te… sí, a ratos la vida se vuelve un poco negra a pesar de dibujarse miles de colores a tu alrededor y olvidas lo feliz que eres por tener todo lo que necesitas. Da igual, los colores se transforman y el dibujante traza tus días en una escala de grises sin vida.
No te veo, no te siento y te necesito aunque si estuvieras y te tuviera, querría mi día a día porque la inercia hace que la peonza que tengo por cabeza siga dando vueltas y más vueltas, sin parar de rendir cuentas.
No te veo, no te siento y sé que te necesito. ¿Dónde estás?
Unos te llaman calma, otros paz e incluso tranquilidad. Dime cómo prefieres que te llame, por si algún día coincidimos en este viaje.
