
Recuerdo cuando las olas me trajeron la manzana naufraga de allende los mares. La cuidé, la sembré y con el tiempo floreció. Ahora veo desde mi ventana el manzano rodeado de fruto caído, listo para recoger. Un ciclo vital. ¿Y yo habré madurado? Ante mí un proyecto de existencia.
Calila
I
Con los pies en la arena mojada de una isla perdida flotaba en el agua, roja y solitaria, una manzana a merced del vaivén del mar. Como ella, la mujer miraba el horizonte, temblando. Sabía que una de estas olas podía arrastrarlas en cualquier momento, pero hasta entonces, ambas resistían, esperando que alguien las encontrara antes de desaparecer.
II
Que nadie te diga que no, que no tienes un cuerpo normativo.
III
Me aferro al abrazo del agua, aunque me arrastre.
Antes de hundirme, aprendo torpemente a flotar.
Nunca seré fruto prohibido del naufragio,
Zarandeada y a duras penas sigo mi rumbo.
Arde en mi salada pulpa afrutada la resistencia,
Nómada semilla despreciada sobre las olas,
Al mar jamás no le temo, yo soy tormenta.
Anita
I
Donde la brisa tiene aroma a sal y sabe a recuerdos. Allí apareció una manzana, roja de pasión, varada entre sus piedras. Mecida por el vaivén del mar, lejos de cualquier huerto. Los más ancianos del lugar hablaban de ser la manzana del Edén que, lejos de olvidar el pecado, sí sería perdonado.
II
Y entonces se acercó a la orilla y exclamó: ¡He aquí la manzana del pecado, pruébala y vivirás atado a las coplas de este mar llamado libertad!
III
…Y allí amanecieron, amando y el calor del sol en sus mejillas notando.
Esa noche soñada, que en la orilla acaba. Ese amor anhelado, del árbol caído, que sus labios probaron cual fruto prohibido.
Algo comenzó, aunque miedo tenían, el «por siempre» ellos buscarían…
Rocío C Gómez
La serenidad de la mar reflejada en tu cara, el vaivén de tus labios convertidos en olas. Tu sonrisa, enamora.
Ángel Salgado I
El pecado original en una virginal playa. El origen del todo y la nada.
Ángel Salgado II
Mirarte mientras pasan las horas, caminar sin mirar la hora,
disfrutar de ti a deshoras,
dibujar en el horizonte la hora.
Contigo, se hacen cortas las horas.
En ti, se disfruta cada hora.
Ángel Salgado III
I
Las olas, con calma, acariciaban la manzana que encontraron en la orilla. Sus frutales lágrimas por la soledad se perdían en la salina inmensidad.
II
Se escapó de la macedonia buscando el mar bajo la mirada atónita de la piña y las cerezas.
III
Estaba sentenciada a ser manzana dulce de feria y decidió escapar a la costa en busca de una nueva vida. Huérfana y solitaria mojaba su piel en agua salada buscando consuelo.
Juanma García