
I
Fue abrir El Quijote y que aparecieran los gigantes enmarcados en la mente enloquecida del caballero.
II
Viento para navegar
Viento al abrir la ventana.
Viento para girar
Viento para enmarcar.
III
Molinos de viento, ventanal de madera en tiempos difíciles las energías renovables y de demasiado climalit por los ruidos.
Juanma García
Elegimos el hotel porque tenía unas vistas preciosas, la ventana servía de marco a unos molinos de viento, un paisaje muy manchego que nos hacía sentirnos quijotes. Al llegar nos dimos cuenta que habíamos sido unos primos, porque allí solo había unas fotos mal colgadas. Ni rastro de ventanas.
Calila
Se subió con dificultad al taburete, sintiendo como la brisa daba de frente en su carita cerró los ojos y respiró profundo. Los molinos al fondo de la colina parecían enmarcados por las lineas de la ventana y recordó la historia que le contaba la abuela de aquel valiente héroe que había luchado con gigantes, sobre el caballo Rocinante.
Manuela Sánchez
Encerrado, solo, en mí, viví.
Agotado, mi alma, al fin, abrí.
Ilusionado, yo, por ti, morí.
Ángel Salgado I
Me senté, cansado, a observar aquel sencillo cuadro de un paisaje manchego. Nunca pude imaginar que de tro de un molino hubiera semejante lienzo. Tan simple y bello.
Podía sentir las aspas girando, la rueda en movimiento y la brisa que generaba a su alrededor.
Entonces, una señora se levantó y cerró la ventana.
Ángel Salgado II
A través de los molinos descubrí tu mirada y, por ella, juré luchar aunque hubiera gigantes dispuestos a impedírmelo.
Ángel Salgado III
I
Observo el molino a través de un viejo marco y siento que viajo a un cuento antiguo. El sol ilumina su figura, mientras el viento roza mis sueños. Todo se detiene, invitándome a soñar con una libertad que no conocía.
II
Ventana de mi infancia, allá cuando el tiempo fluía lento y cada brisa era una promesa de aventuras. Paisaje de aspas y silencio que me susurra. Todavía puedo creer en la magia de lo cotidiano.
III
El molino, ese eterno guardián del horizonte, me invita a buscar mi propia fuerza en el viento.
Anita
…Y Sancho le llamaba a la cordura, sin embargo, su hidalgo caballero, gigantes veía. Aquellos molinos enmarcados, fueron testigos de excepción, de una confusa realidad. La misma que alimentaba la mente de aquel loco empedernido.
Patricia Delgado