-Corre madre, corre.
Que las amigas están a la puerta para ir a ver a la patrona.
-Hija, aguanta el genio.
¡Que ya tres veces has desecho el roetico al mirar para la puerta!!!
-Pero madre, ¡es que si no vamos rápido nos cortan el paso la cuadrilla de la Seo y no podremos cantar la jotica!!!!
-Anda, descará.
Corre ya a la calle.
¡Y que el mozo que te espera en la esquina,entre luego y se presente a tu padre cómo Dios y las buenas costumbres mandan!!!
La muchacha corre por la calle hacia el lugar dónde el novio y las amigas esperan.
Recorren el tramo de calle que desemboca en la explanada de la basílica para ver a la Virgen pasar.
Y mientras esperan, al sonar de una bandurria lejana, escucha a sus espaldas…:
«Por querer a una morenaaaaa.
Por querer a una morenaaaaa.
Que me tiene embelesadoooo,
voy de la esquina a la puerta a ver asoma su manto.
Por querer a una morenaaaaa
Que me tiene embelesadoooo.»
Y con una sonrisa en los labios, contesta..:
«Vengo Virgen Pilaricaaaa.
A tu puerta a adorarteeeee.
Vengo Virgen Pilaricaaaa.
Y que el mozo que me canta,
no le huya hoy a mi padreeee.
No le huya hoy a mi padre, vengo Virgen Pilaricaaaa.»
Las abuelas, en corro, se decían:
«Ésto es casamientos del bueno.
La Pilarica lo está bendiciendo.»
A no correr 6 meses se dieron el «sí, quiero» a los pies de la Virgen.
Y siete años después de esa boda, la muerte de él y la rabia de ella cambiarían el curso de la historia de España.
Él se llamaba Juan Roca Vilaseca.
Ella Agustina Raimunda María Saragossa Domènech, más conocida cómo Agustina de Aragón.