Nuestra suerte es poderlo contar, no cabe la menor duda, y si no, acordémonos de la Semana Santa de 2020 y 2021 y veremos…

Nuestra suerte fue poder vivir una Hermandad, cada uno la o las suyas, en tiempos previos y en Cuaresma: secretaría, priostía, diputación de gobierno, actividades, acólitos, costaleros y sus ensayos,…
Nuestra suerte fue plantarnos el traje y sustituirlo por la túnica o el costal, o el ropón de acólito o por ese bendito uniforme de músico en nuestro día.
Nuestra suerte fue poder ver a nuestros mayores e hijos con una sonrisa diferente y ese brillo en los ojos del que no necesita explicar nada más.
Nuestra suerte fue poder salir a la calle, sin mascarilla, y castigar nuestros pies buscando a Jesús y a María en sus pasos, disfrutarlos cada día, incluso el fatídico Martes Santo.
Nuestra suerte fue poder llevarle agua a un amigo o familiar e incluso ver cómo tu Primo sufre bajo las trabajaderas por ser los Pies de su Cristo por las calles de Sevilla.
Nuestra suerte fue hacer Estación de Penitencia junto a los nuestros.
Nuestra suerte fue disfrutar de una Semana única, imposible de igualar y explicar.
Nuestra suerte ya es un recuerdo y hoy toca sufrir la depresión postGloria.
¡Y qué depresión!