I
Era un escondite tan bien pensado que hasta el mismísimo Sherlock Holmes habría tirado la toalla y pedido una pista. Encontrarlo fue como buscar una aguja en un pajar en mitad de la noche y con los ojos vendados.
II
Y yo me pregunto si la idea era esconder el objeto o perderse en la búsqueda.
III
Delicado equilibrio entre la audacia y la insensatez, entre la valentía y la temeridad, un paseo sin red sobre el filo de la navaja donde el éxito y el desastre se distinguen apenas por un suspiro del destino. Desafío constante a lo arbitrario del azar, dado con demasiadas caras sin la certeza de que la verdadera recompensa reside en salir de ahí abajo con las botas puestas.
Anita
Llevaba tres días buscando la bota.
Tres días casi completos.
Debajo de las camas y el sofá.
En todos los armarios.
En el lavadero y el zapatero de la entrada.
Y nada.
La bota no estaba.
Y se dió cuenta al sacar la ropa de entretiempo para guardar la de verano.
Así que dió tres días de sus vacaciones por desperdiciados.
Paco llegó de comprar los ingredientes para los «huesos de santo» y la vió allí, sentada en el porche trasero con la bota huérfana.
Desanimada y vencida.
Triste por su bota perdida.
«Vaya, ¡pués ahí tenemos la otra bota por si pierdo la que puse en la bola del coche para proteger al que aparca detrás!!»
Y mientras que lo miraba con cara de asombro, se fue tan ricamente a poner la compra en la despensa.
La Renacida
Nada es lo que parece. Y pensar que debajo de aquella furgoneta pareciera salir un pie, así como
quien no quiere la cosa. Verdaderamente, la bola de enganche tenía una protección singular y claro, daba
lugar a confusión…
Patricia Delgado
El trabajo había sido arduo, ya se notaba en los rostros de los obreros, también en la furgoneta, marcada por los rastros de suciedad, y aquella bota atada sin mucho cuidado, en lugar de la bola de tiro, más peso pueden cargar con su animo y aquel hedor…
Manuela Sánchez
Se asustó pensando que había un hombre atrapado, pero tuvo tiempo para coger su móvil y hacerle una foto. Luego entendió que era solo una bota fuera de lugar.
Ángel Salgado I
Ser ingenioso es una virtud, que te sobre una bota es de otro planeta.
Ángel Salgado II
Una sola mirada le sirvió para darse cuenta de la falsedad que allí existía. Una sola mirada que lo cambió todo.
Ángel Salgado III
«A problemas, soluciones», susurró
mientras todos flotaban en el drama.
«De ésto me encargo yo», exclamó
viendo como nadie hacía nada.
«Se acabó», su solución mostró,
y acudieron a por su parte de fama.
Ángel Salgado IV