Jugar con el destino nunca fue deseable y el hombre se empeña, una y otra vez, en hacerlo…
El día, con su noche y todas sus vicisitudes, tiene 24 horas, veinticuatro, con todas sus letras y todos sus minutos y el hombre se sigue empeñando en manipular lo «inmanipulable»…
Sufrimos las consecuencias de nosotros mismos y la madre naturaleza nos compensa los esfuerzos por destrozarlo todo; nos compensa haciéndolo pagar…
El hombre: ese ser capacitado para creerse el amo de todo, incluso del tiempo y de su alrededor. Pobre ingenuo…
El hombre: ese ser que sufre las consecuencias de sus actos y aun así, vive en su mundo de fantasías destructoras de sí mismo.
Una vez más hemos vivido la genialidad del «homo interesadiens» que busca sacar su propio provecho de todo y juega con lo único que, a pesar de adelantar unas manillas, no puede controlar…
Venimos de ganarle una hora a nuestra y vida y ya la hemos perdido… Eso es lo que pensarán los iluminados de turno. Qué equivocados están…
Venir no viene nadie; todos vamos en busca de nuestra despedida porque el destino-vida es así de caprichosa y todos los pasos que damos nos llevan, a todos sin excepción, al hoyo más oscuro. Mientras, seguimos viendo como nos adelantan y nos atrasan horas de ojos abiertos y de ojos cerrados, que nada tiene que ver con…
El sábado adelantamos la hora para que unos pocos ganen más dinero mientras el pueblo paga unos días de consecuencias por la adaptación y el trastorno que ocasiona. Mientras, la madre naturaleza nos castiga con unos días de lluvias traicioneras que nadie asocia a condena.
Sigamos jugando a ser dioses…
el filosofo says
31 marzo, 2014 at 20:14«Manipulas sin manipular, el engaño perfecto. Controlarte no se puede, aunque quizás el haberlo intentado nos condenó a tu dependencia absoluta…Que aunque te secuestren en cajas de madera o en esferas de metal, nunca nadie podrá controlarte ni detenerte»
Con una hora más o con una menos, vivamos el tiempo que nos queda.