El ser humano es dependiente, eso es irrefutable. No hablo de la dependencia natural que tenemos de inhalar oxígeno o de ingerir agua o alimentos que nos aporten los nutrientes necesarios. No, no hablo de esa dependencia.
Hablo de una dependencia más perceptible, una dependencia más real. Ya que las dependencias naturales las damos por asumidas y por tanto dejan de ser dependencias.
Somos dependientes del teléfono móvil, de la respuesta de aquella entrevista que nos hicieron hace tres meses, de esa cita para el médico que nunca llega y del abrazo de una madre. Somos dependientes del autobús que siempre llega con retraso y nos hace llegar tarde a esa entrevista de trabajo, a esa cita médica y a ese abrazo de madre.
Tenemos dependencias sentimentales, dependencias físicas, dependencias menos saludables y hasta dependencias innecesarias.
Somos dependientes y diría que hasta nos llega a gustar. Porque cuando podemos ser independientes, llegamos a depender de los demás para hacer lo que nos dé la gana.
Aunque muchas de éstas acaban convirtiéndose en dependencias naturales y las damos por asumidas y nos creemos que dejan de ser dependencias.
Pero todo esto depende…
Deja una respuesta