A la treintena de fechas de la primigenia mensualidad de la vigésimo primera anualidad del segundo milenio post la llegada al Mundo del Hijo del Altísimo, este Rey Santo se acuerda de ti, mejor expuesto, de TI, en mayúsculas, con letra capital si fuese menester, arrodillado ante VOS y dando gracias al Cielo por permitir al reino de Sevilla gozar de tu presencia, tu Obra, tus Lecciones de vida, tu TODO.

Se le ha escrito mucho -nunca en demasía- a los ángeles y de ellos y cabe la casuística posible de que jamás sin una dualidad alada de bello plumaje.
Este Rey Santo viene a manuscribir a su Morada, desde su Urna, acerca de TI, mi Ángel sin alas. Curiosa contradicción; nunca poseíste el don de volar, sin embargo toda TÚ sobrevuelas diariamente el reino inundando de bondad, desbordando de amor del bueno las callejuelas de Sevilla y entregando lo más preciado a los demás.
Tranquila, en paz, orgullosa y serena reposas sin descanso eterno, NO, TÚ nunca descansarás porque te sigues desviviendo por tu prójimo, porque todo es escaso para TI.
Hoy reposas, como verso, poseedor de la veracidad absoluta, con la dulzura por palabra y el terremoto apaciguado como acción. Qué legado.
Promulgo con certeza y sin temor a la errata que sigues en pie, sin detenerte porque te veo a diario, porque te siento cerca y muy necesaria en las fechas que nos ha deparado el corretear del tiempo.

Este Rey Santo exalta con rotundidad que tu cuerpo, siempre presente, yace allá donde querías pero tu alma, tu espíritu, toda TÚ sigue al pie del cañón en la totalidad y cada una de tus sucesoras, mujeres de Dios capaces de dar su vida, ataviadas de invierno, sembrando calor en cada corazón necesitado.
Tu legado no descansa, no reposa, no para una fracción temporal. No hay un grano del reloj en el que el pobre, el enfermo, el necesitado de paz, amor, pan o comida para el alma no reciba su porción diaria. Sevilla sigue en las inmejorables manos de tus mujeres, mujeres de Dios.
Feliz Cumpleaños, Madre Angelita.
Sin palabras!