Y cito:
“El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele”.
Marco Aurelio
Me explico.
La venganza es algo que ocupa y preocupa. Por ella se actúa de manera desmedida y quién la practica cree dar sentido a sus expectativas. Cree, ingenuamente, que equilibrará con ella la balanza de los sufrimientos padecidos. Los sufridos y los otorgados. Cree, en fin, que con el desquite sanará sus heridas, que la justicia surgirá del barro y aplacará la sed que le corroe.
En resumen…la venganza, como la inquina, es de mediocres. Se comprobó el pasado 15 y 16 de enero.
“Quien se venga después de la victoria es indigno de vencer”
Voltaire
Mi Sevilla…, nuestro SEVILLA FC hace tiempo qué dejó de ser así. Que dejó de vivir en el sótano mugriento y lleno de humedad para pasar al ático, dónde el sol hace brillar a copas de plata en las que bebe una afición embriagada de éxitos.

En ese sótano solamente quedaron los rencorosos, los eternamente inferiores… los que se obsesionan y por ello buscan venganza, aunque se les vaya la dignidad y el honor en ello.
A quienes confeccionan la metódica planificación para llevar la venganza a cabo les hace olvidar, como en un paréntesis, el daño sufrido. Y es mucho el dolor que llevan dentro créanme.
La venganza no nos vale.
Ellos ni logran ver, que una vez cumplida la venganza, como un fuego artificial se desvanece y con él el alivio soñado. En el fondo, dentro de ellos, el agujero negro del dolor soportado no se cierra, sino que sigue supurando desdicha y desconsuelo. El desquite no es más que una entelequia.
La venganza, definitivamente, no nos conviene sevillistas. Está, arrebatadamente, en las antípodas de toda ética de nuestro club.
Porque la venganza te pone a la altura del rival y ya sabemos que existen años luz entre una entidad y otra, entre un escudo y otro.
Como diría Walter Scott: los que viven en el infierno tienen en la venganza su manjar más condimentado.
Mañana lo que toca es la normalidad. Ganarles otra vez más, como siempre hacemos. Recibirles con miles de gargantas enrojecidas que acompañan a los nuestros, como siempre hacemos. Jugar con intensidad, como siempre hacemos. Compitiendo, como siempre hacemos.
Mañana toca despedirles, … como siempre hacemos.
Que pierdan, como siempre hacen.
Y es que no hay mayor daño producido al rival que el del olvido, pues el olvido, en último término, ya nos lo dijo Borges, es la única venganza.
Deja una respuesta