Fue lo que decían del Quijote,
de mi misma cuando vi que te perdía,
fue aquella rabia interna que me ardía.
Fue la rareza del que no piensa
y se mueve a impulsos por la vida,
bendita seas por siempre,
valoremos el estado permanente
de locura transitoria y rebeldía.
De tus rojos labios, la poesía.
De tu lúcida mente, la idea.
De tu vida, que inteligente contrabandea.
De tu mundo, la ñamería.
Vivir en la propia, no entender la ajena; te sumas o ahí te quedas. Así es la vida y su ñamerias.
El gentío que roza mis pies con desprecio o descuido me miran, me observan y al ver mi sonrisa infinita pensarán que es obra de un fuerte golpe y que habito en la Ñamería de mis sueños. Si ellos supieran que la cordura la han perdido ellos.
¿Habrá algo más loco que pensar que una momia sea capaz de escribir? Pues aquende hallámonos, tumbados en la Urna y versando piropos y pamplinas.
Post scriptum: qué dificultoso es comenzar a versar por la de la virgulilla.
Le privaron de su mundo de fantasía,
perdió el juicio y envenenó su alma.
Con la única amistad que mantenía,
se marchó sin paz, pero con calma.
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