Mientras el camarero soltaba las bebidas, Reyes permaneció en silencio, después dio un trago a la cerveza y siguió—. Lo que le pasó a Nina fue un bastinazo, llevaba cinco años en el cuerpo, había destacado desde el principio, era sobresaliente en todo lo que hacía, pero aquel caso se le resistió.
—Sí, lo sé por mi tío y por lo que ella me ha contado mientras volvíamos de Chiclana… Me ha impactado mucho que la llamaran “asesina”. No me extraña que la marcara.
—Aquel fue un duro golpe para ella. Me contó que necesitó unos segundos para acercarse de nuevo al cuerpo, luego levantó la mirada al cielo que aquella tarde era de un triste verde grisáceo y el viento seco de levante hacía que respirar entre aquellos edificios de ladrillos resultara asfixiante. Y aunque el teléfono no paraba de sonar, ella estaba absorta mirando los balcones y tras repasar cada ventana, encontró algo que no le encajaba, y sin salir de ese estado cogió el móvil. Era tu tío exigiendo explicaciones a voces, lo recuerdo como si fuera hoy, yo le estaba informando de un caso cuando la llamó:
¡Inspectora Pérez! ¿Qué sabe del caso del taxista?… Pérez, quiero esto para ayer. ¿Y qué demonios le pasa a tu teléfono?… ¡Joder! Pues si no le pasa nada, cógelo Pérez.
Le colgó y después me dijo que no la entendía y que le gustaba más la Nina de antes, rastas incluidas… Yo le dije que la veía bien. A pesar de que estaba sorprendido por su cambio, acostumbrado a verla peinada con un moño del que ni siquiera se escapaba una hebra de cabello, y esos trajes oscuros tan exhaustivamente planchados. Él me contestó que echaba de menos su destreza impertinente para atar cabos, cuando los demás no habíamos visto ni el puerto… Luego vi venir lo de la sanción cuando me dijo. «Hace aguas, Reyes, o solucionáis pronto lo del taxista, o los dos vais a la deriva».
La noche de ese mismo día, en la cervecería del barrio, Nina evitaba contestar cualquier pregunta sobre el caso del taxista, al final le dije que lo mejor para todos era que olvidase lo sucedido. Lo habíamos repasado mil veces, y siempre llegábamos a la misma conclusión. Lo ocurrido aquella noche en el Campo del Sur siempre será un enigma. El secreto de María, lo llaman en comisaría. Porque no hay forma de determinar qué sucedió, y yo no podía soportar más al comisario Romera, Reyes…, tienes que conversar con ella… Reyes, el barco va a la deriva, Reyes…
—¡Reyes!
—¿Sí?
—¡Cállate! —le ordenó Nina, que regresaba del baño—. Vamos, Reyes, ¡deja tranquilo al novato! —dijo sentándose—. Mira, ya está aquí la comida.
Sexta entrega
Continuará…
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