…y captó “La Foto”. De un valor infinito. De un instante mágico y desgarrador en el templo mudéjar de San Esteban. El cimbreo de los varales se sintió culpable absoluto, a pesar de prodigar mimos, el roce se dio, hizo cuanto pudo. La punta de diamante es lastimada, no pudo saltearla, esa diminuta pirámide de caras labradas, llora esquirlas, cual lágrimas.
La danza sublime de María Santísima Madre de los Desamparados está por encima de todo. Es Martes Santo y nuestra Dolorosa está en la calle con la dificultad que entraña. No existen fórmulas matemáticas pues son distintas incógnitas las que versan entre tanta belleza. Quizás si sumamos el racheo de rodillas, la izquierda delante y derecha atrás, para multiplicarlo por ese alto grado de sincronización de lascuadrillas, ambas, palio y Cristo, será sin duda, directamente proporcional a ese sensato y digno cimbreo.
Las puntas melladas cobran su encanto, pues no cabe deformidad ante lo atractivo y singular.
Estar en ese instante, captarlo y compartirlo es mágico, es Semana Santa en Sevilla, es derroche de lo estético, arte y puro sentimiento, es Tomás Quifes, es “La Foto”.
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