Con una infancia entre algodones, pasó la vida sin premura. De niño, creía que todo era para siempre. Empezó a encerrarse en el cuarto de baño, echando el pestillo, al conocer que, con los años, se perdía la ternura.
La soledad fue su mejor amiga y la imaginación su mejor pasatiempo. Juntos, los tres, pasaron media vida. Asustados, pero sin miedos. Con la estrecha vigilancia ausente de presencia. Seguros sin darse cuenta.
Nunca echó en falta nada, todo lo que tenía era su mundo. Y en ese mundo se movía sin más exigencias que la de pasar el rato. Trató, a veces, de agrandarlo, pero, por muchos motivos, no pudo. Tampoco le importó mucho, más allá del sofoco momentáneo.
Con los años, la inocencia cayó en el olvido. Ahora, era la vergüenza, la dueña de su destino. Trató de controlarla, pero más se desbocaba. Edad temprana que un sin fin de aventuras auguraba, por culpa de la timidez se vio bastante menguada.
Tiempo, tic, pasa rápido, tac. Suma y resta al mismo tiempo. Quién fuera dueño de sí, de su poder mental y de este venenoso elemento.
Presumía, si es esta la palabra, de cuatro o cinco mandamientos. La creencia se le olvidaba, por una pérdida y por el entretenido aburrimiento. Todavía añora esos momentos, ella sigue muy presente.
Sintió que la vida era como montañas de piedras areniscas, que imponentes en el horizonte, no aguantan intactas las inclemencias. El agua y el viento a raudales, destrozan por fuera y te desnudan por dentro.
Siendo la libertad verdadera, pero de veras, el más libre sería. Pero nadie es realmente libre siquiera. Y tampoco se trata de ir alardeando.
Por los vaivenes de la sociedad, en su juventud, se sintió atrapado. Huyó sin prisas de lo que denominaban como «aceptado». Llegando a formar sus propios códigos éticos y estamentos sociales, alejado de lo establecido.
Con la educación por bandera, desde la cuna bien mamada. Saber estar en todos lados. Sin etiquetas encima y harto de verlas expuestas. Se las pusieron y aun dándose cuenta, se las fue arrancando.
Y ahí sigue, viviendo la vida con más vidas a su alrededor. Sintiendo la vida con vidas que dan vida.
Ni tan mal.

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