Pensó estar de nuevo en Liliput, merced a su gran tamaño, sin embargo, en otra ciudad había naufragado. Esta vez eran los hispalenses que no liliputienses, aquellos hombrecillos de apenas seis pulgadas de alto los que le contemplaban sobrecogidos.
La dársena del Guadalquivir fue su refugio por momentos mientras intentaba determinar cómo había llegado hasta allí. Ya incorporado, levemente aturdido, pudo contemplar aquella ciudad en miniatura de nombre Sevilla.
Un cielo de un azul singular se reflejaba en aquel río de aguas mansas. Distintos puentes salpicados a su paso llamaban su atención, entre ellos ese más cercano, tres arcos que entre círculos juega a ser el más coqueto.
Un horizonte irregular se presentaba ante sus ojos. Una grandiosa catedral pareciera el núcleo de la urbe, donde una torre cobraba protagonismo con su altura entre distintos campanarios y terrazas. Otra de menor tamaño más cercana a escasos metros podía tocar si su brazo extendía.
Una densa y retorcida trama urbana se presentaba cual laberinto entre estrechas callejuelas que invitaban a recorrerlas, algo sin duda, un tanto enrevesado en tales circunstancias, calzando un noventa y seis de pie.
De pronto un pájaro un tanto especial, de cresta y pico multicolor, sobrevoló a su alrededor. Anunciándole que la era de los descubrimientos estaba por comenzar. Los hispalenses estaban de estreno. La Isla de la Cartuja podría acoger a un nuevo inquilino, que sin duda, emprendería un viaje por el mundo sin precedentes, eso sí, todo en miniatura.
Si se lo proponía en varias zancadas se encajaría allí. Podría ser una de tantas atracciones del lugar y disfrutar de cuanto allí iba a acontecer. Sin embargo, Gulliver, aquel cordial grandullón, tenía que partir, en un intento de volver a casa.
Cuatro barcas para las piernas, dos para el pecho y dos más para el resto, fueron construidas en tiempo record, dispuestas para la navegación y que el gigante de los gigantes pudiera por fin llegar a su destino. Los hispalenses se entregaron con Gulliver e hicieron acopio de sevillanos enseres para su travesía. Dimensión reducida de la grandeza de esta ciudad…

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