Madre, cuénteme. ¿Qué tal su paseo por Sevilla?Lucías verdaderamente preciosa de blanco, en tu nueva parihuela. Los castillos y leones que aunque bordados sobre tisú estaban, cobraban vida por momentos, rindiendo pleitesía a su Reina. Como marcan los cánones, a las ocho en punto cruzaste el dintel de la Puerta de Palos del Templo Catedralicio para lucirte por las calles adyacentes, derramando aromas de nardos.
Divino Infante, susúrrame al oído ¿Te gustó el repique de campanas? Sabrás que no hay nada como el regazo de una madre, el mejor de los cobijos. Tu innata sonrisa conquista a la ciudad. Provocas ese efecto espejoreflejando tan grato gesto.
Hermanas de la Cruz, decidme, ¿quedaron bien los pliegues del bordado? ¿Y la blonda que rodea su rostro? La perfección, cual camareras, os define, haciendo gala devuestro exquisito decoro, con la premisa de un respeto absoluto. Manos prodigiosas que rozan lo divino, acariciando la cercanía, instantes gloriosos colmados de rezos.
Confiéseme Rey Santo, ella que es su mayor devoción, ¿Sigue robándole el sueño? A petición expresa,encomendaste labrar una imagen soñada para una ciudad de ensueño. Siempre a sus pies, desde tu urna de plata, venerando a tu mayor protectora, ondeando cual bandera, la promesa de una conquista.
Hazme saber peregrino, tú que caminas para ir a su encuentro, ¿cuánto reconforta verla a las claritas del día? La procesión de tercia una vez más os recibe. Contemplarla por unos instantes, tiempo puntual, corto pero intenso. Su último y característico giro de 360 grados con sabor a despedida bendecirá a todos los allí presentes hasta el próximo año.
El verano hispalense se detiene y toma aliento. ¿Quién dice que no hay mar en Sevilla? Pues un oleaje de criaturas irrumpen con intensidad, salpicados de fe, ante las inmediaciones de la nave catedralicia.
Hacer acopio de tantos sentimientos, cual íntimo diario, es enriquecedor. Todos se muestran vulnerablesante esta devoción mariana, símbolo del pueblo de Sevilla. Un nuevo quince de agosto, marcando con alevosía esta festividad enraizada desde tiempos inmemorables.
Escuchen, las campanas de la torre vigía de la ciudad, suenan. ¡La Virgen de los Reyes está en la calle!
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