Pequeña, camuflada con el azulejo, una salamanquesa avanzaba cabeza abajo bien pegada a la pared. Allí se quedó durante dos horas tomando el sol, mientras Rosa le hacía fotos.
Le fascinaban esos bichos de sangre fría. A la semana siguiente apareció con una igual tatuada bajando por su espalda.
Arancha Naranjo
Merlín se alzaba sobre la salamanquesa, que permanecía inmóvil en la pared del patio.
—¡Mira, mama! —exclamó Alba —¿Qué está haciendo el gatito? —preguntó mientras él saltaba y jugaba con la rugosa vertebrada.
——Está aprendiendo a cazar —manifestó la madre.
En ese momento, Alba gritó: “No, Merlín, déjala”.
Katy Núñez
Guanchita vive en mi terracita.
Angelito Salgado I
En las noches de verano, compañera ideal frente a los mosquitos.
Ángel Salgado II
Sin superpoderes,
la ciencia las estudia,
trepan por las paredes,
la gente las repudia.
Escondidas aguardan
con paciencia a su presa,
cuando la luces brillan
atacan por sorpresa.
Ángel Salgado III
Salamandra, salamanquesa, lagartija… ¡menudas son!
Ángel Salgado IV
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