Así me siento, así me encuentro…
Ojos e incluso miradas se clavan en mi persona; sí, estoy peinado, duchado y huelo a colonia no barata. Pero no son los ojos y sus respectivas miradas las y los que me inquietan, no…
Me hallo en medio de un desierto rebosante, un descampado en manifestación, arrinconado y sin el sosiego deseado.
Demasiados son los imputs que martillean mi necesitada, buscada y no encontrada paz: un rincón, una silla tormentosa, demasiadas conversaciones vacías abiertas a mi alrededor y un incesante martillo hidráulico destrozándome la existencia aunque siendo cuasi protagonista de este post.
No sé ni cómo estoy escribiendo esto: la tostada se enfría, el café sabe a rayos, no encuentro las gafas del cerca y una nueva conversación se abre a mi vera, amenizado con el incipiente humo de un cigarro mañanero que le sabrá a gloria a ella pero a mí me está destrozando el final de este post.
Otro martillo se suma a la sinfonía de esta terrenal musica contemporánea de la que algún entendido es capaz de sacar reflexiones y conclusiones y yo solo siento como se adentra la punta roma del martillo en mi sien acercándose a la otra. Mi sien y más de cien porrazos profundos sobre mi cabeza. Y ahora la silla, y la otra silla. Maldito desayuno.
Los buenos días se entrecruzan con los hasta luego; unos llegan, otros van y yo permanezco en silencio tecleando cada una de atas palabras mientras un WhatsApp y un correo me hacen perder el hilo. No, el martillo hidráulico sigue amenizando esta velada…
Migajas quedan en el plato, las mismas que Ami por escribir cuando un estruendo revienta mi concentración: malditas sillas que nuevamente… las mismas de antes, sí.
Encontré las gafas del cerca mientras apuro el último sorbo de un café ni templado cuando confirmo que la batería del teléfono del trabajo está en la reserva, como el depósito de mi coche, como mis fuerzas.
Y encima tengo que pagar…
ANTONIO LUIS TIRADO MORENO says
21 noviembre, 2023 at 13:04Yo invito.Asi no podemos empezar el día. Yo invito.