f. Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales en forma sensible o de idealizar las reales.
Despertar y simplemente no tener nada que hacer: el estrés bajo cerrojo, la rutina en el olvido, la inquietud asegurada y el placer, siempre de tu mano, paseando a sus anchas. Pura fantasía…
Patricia Delgado
Lucía un vestido rosa por encima de la rodilla y unas medias de hilo blanco, a juego unos zapatos de charol y un bolso en forma de Minnie Mouse. Le gustaba pasar las vacaciones en Disney. Vivía en un mundo de fantasía, aunque acababa de cumplir sesenta y cuatro años.
Arancha Naranjo
La verdadera fantasía es contigo.
Ángel Salgado I
Eres pura fantasía.
Ángel Salgado II
Fanta de naranja, Fanta de limón, Fanta de mango y hasta Fanta de pomelo, pero si la Fanta no está fría, no es fantasía.
Ángel Salgado III
Lanzar un piropo con prisa,
una simple palabra sería.
Tu respuesta, una sonrisa,
en mi mundo de fantasía.
Ángel Salgado IV
I
Evocado al mismísimo fracaso
Bebo sin detenimiento. Todo es escaso.
Así pasan mi vida y todos sus días
Haciendo de cada hora, una nueva fantasía.
II
Un gorro de mago, una marmita gigante y un disfraz de aprendíz, a juego con el gorro no son suficientes. Hacen falta unas orejas enormes, un hociquillo curioso y el lápiz de un genial arquitecto de ilusiones.
III
“Abracadabra pata de cabra…”.
Que la palabra es fantasía, no magia!!!
Juanma García
“Vivir un cuento de hadas…” así cantaba El Lebrijano en su castillo de palabras y fantasía. Y el anillo, ayyy el anillo se le cayó al pozo. Chiiiibuliiii chibuliiii habibiiii…
El Mendigo
Sara se escondió detrás de su padre.
El paje del Rey Mago la llamaba para darle una bolsa de caramelos.
Agarrada a sus pantalones, asomó la naricita y un ojo.
«Ve Sara, ve…»
Dos pasos y la vista atrás…
Papá seguía ahí, animándola con una sonrisa.
Insegura se paró a medio metro.
Su cabecita baja y sus manitas detrás de la espalda reflejaban su timidez.
«Ven Sara, ven…»
Otro par de pasos y la ayudante del paje la cogió en brazos.
«Qué le vas a pedir a los Reyes?
Una muñeca?»
Movimiento negativo de la cabeza.
«Una cocinita?»
Movimiento negativo de la cabeza.
«Una bicicleta?»
Movimiento negativo de la cabeza.
«Y entonces no quieres nada?»
El miedo a quedarse sin su regalo hizo que Sara se atropellara al hablar…:
«Quiero un milagro, señor cartero…»
El señor que emulaba al cartero se sobresaltó, asombrado.
«Y para que quieres tú un milagro, chiquitita?»
«Para que todos los niños y niñas del mundo salgan de ese lugar donde hay guerra y vivan en un sitio con paz donde puedan jugar.
Y mi papá dice que eso sólo es una fantasía.
Que sólo se puede conseguir con un milagro.
Por eso es el único regalo que quiero de los Reyes.»
El cartero miró a la paje, abrazó a Sara y, con lágrimas en los ojos le dijo:
«Pequeña, el milagro eres tú…»
La Renacida
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