Catalina estaba emocionada con ir a su primera misa de Nochebuena para ver cantar al gallo. Se lo imaginaba de colores, grande, cantando kikiriki a pleno pulmón y corriendo entre los feligreses. Después de cenar se abrigaron bien y salieron para la iglesia, pero allí no apareció ningún gallo.
Arancha Naranjo
Observaba la calma, si es que la calma se puede observar. Apenas amanecía y todo era remanso y paz. De pronto, todo se descolocó con el canto de aquel gallo. Habría que resetear y sin más entender que también él pertenecía a esa anhelada calma…
Patricia Delgado
¡Kikirikiiiiii el gordo me toca a mí!!
Ángel Salgado I
Gallito de noche, gallito de día…
Ángel Salgado II
Ir de gallo por la vida y acabar desplumado.
Ángel Salgado III
Al despertar, mirarte.
Para soñar, tocarte.
El canto del gallo esperar
para de ti nada olvidar.
Ángel Salgado IV
I
Él se puso muy gallito: “eres un gallina”, le cacareó mientras el que llamaban mula miraba a la cara al buey del lugar y el rebaño enlanado miraba al portal.
Llegó la paloma y se armó el Belén…
II
A ver qué comparsa se le ocurre este año a Nene Cheza…
III
Todo es sacar pecho hasta que ves a tu mujer en la caja de avecrem.
IV
¿Al que madruga Dios le ayuda? Lo que es seguro es que lo ha despertado el gallo.
V
Kiiiiikirikiiiiii… (picorelato)
VI
¿Jugamos a la gallinita ciega? Manolo, los niños están despiertos…
Juanma García
Encontrarás muchos gallos en el camino hasta que el gallina deja de ser gallina y le planta cara en el corral.
El Mendigo I
Misas ni misas, gallos ni gallos…
El Mendigo II
Zopenco cacareaba por lo bajo por el patio.
Marita, Blanca y Croqueta lo acompañaban en su cacareo.
Zopenco no estaba contento, no.
¡Él era el Rey del lugar y esas tres gallinas turuletas le estaban quitando el protagonismo¡
Salió corriendo hacia el otro lado a ver si se despegaban.
El triunvirato lo siguió, audaz.
Y ahí que Zopenco se volvió en plena carrera y les dedicó un KOKOROKOOOOO, que no dejaba lugar a dudas sobre su cabreo.
Las señoritas, melindrosas, se apartaron refugiándose en el gallinero.
Y, por fin, hubo paz en el patio.
La Renacida
1
En una granja alejada de lo común, un gallo despierta cada mañana con un canto diferente. Sus melodías eran tan mágicas que los animales del lugar lo escuchaban maravillados. No solo cantaba, sino que sus versos encerraban la sabiduría de siglos. Su voz trascendía los límites de lo común y su mensaje llegaba al corazón de todo aquel que lo escuchaba.
2
En un rincón olvidado de la granja, un gallo despertó con un escalofriante presagio. El aire se llenó de un silencio inquietante mientras sus plumas se erizaban. Al amanecer, sus cacareos se convirtieron en aullidos penetrantes, anunciando el descubrimiento macabro de un cuerpo sin vida entre las sombras del corral.
3
En un oscuro rincón de la granja, aquel gallo tenía una sensación de intranquilidad. A medida que el sol se alzaba lentamente, notó algo fuera de lo común en el corral. Un aura escalofriante se apoderó del lugar y un misterioso rastro de plumas rojas y manchas oscuras marcaban el suelo. Con cada paso que daba, descubrió un hecho espeluznante: el resto desmembrado de uno de sus compañeros. El terror se apoderó de su corazón mientras trataba de encontrar al culpable de tan horrendo crimen, pero las sombras parecían ocultar la verdad. Desde aquel día, vigila atentamente a todos los habitantes de la granja, sabiendo que un asesino se escondía entre ellos.
Manuela Sánchez
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