
Se nos escaparon tantos momentos, tantos, tantos cuentos.
Se nos escaparon las puestas de sol sin prisas, los desayunos en la cama y enredarnos en las sábanas bajo la brisa. Algún paseo en día de lluvia y ese vals que sonaba en las catacumbas de aquel castillo desangelado.
Faltaron más menús baratos sin colas, más subir a la azotea a tender juntos lavadoras. Las noches sin hora y más madrugadas volviendo juntos a deshora.
Nos sobraron muchas historias, muchas, muchas que huyeron de mi memoria.
Nos sobraron cinco minutos de una conversación de dos horas, tres palabras de un monólogo que todavía me devora. Tantos momentos ausentes y el permitir que la distancia se hiciera tan presente.
Se hicieron largas las despedidas, más pendientes de la huída, y con lentos intentos suicidas.
Se nos escaparon tantos momentos, tantos, tantos cuentos.
Se nos escaparon cursos de cocina, más visitas a la familia y comilonas en bares dejando propina. Algunas películas de estreno, de gasolina el coche lleno y partidas de bolos con un par de plenos.
Nos sobraron muchas historias, muchas, muchas que huyeron de mi memoria.
Nos sobraron de nuevo cinco minutos de una conversación de media hora, tres palabras de un monólogo que todavía me devora. Los momentos que forzamos para estar ausentes y no querer estar, pese a estar presentes.
Se hicieron eternas tus palabras, más de mil abracadabras y tu espantada macabra.
Quizás se nos escaparon tantos momentos, tantos cuentos que nos sobraron muchas historias, muchas, muchas que huyeron de mi memoria.

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