
ACTO SIETE
Al percibirle agotado, así como se revela entre sus brazos, le guía a sus aposentos y sobre el lecho le hace reposar. No tiene intención de dañarle, tan sólo anhela que se reconcilie con los sueños. Enciende las velas y éstas arden para ambos seres que se acompañan, aunque no lo sepan. Allí le cuenta una historia, que se refleja en el aire ante ellos, un escenario envuelto, como una burbuja donde se leen y perciben las escenas y los colores.
La historia se relata a través de imágenes, que el niño puede entender, y a medida que relata aquella historia proyectada como una obra de teatro, el lugar en el que residen cambia sólo para acoger a la criatura vestida de inocencia. Esa burbuja estalla y se fragmenta en otras más, miles, que relatan distintas historias. Todas contando la misma desde distintas caras.
La historia es sencilla, habla de un amor oscuro y luminoso. Un amor entre la luz y la oscuridad, como la que imaginó tendría su creador cuando le había creado y este hubiera encontrado finalmente el amor. En esa historia aparecen su creador y otra criatura, tan oscura o más siniestra que el mismo. Representantes de luz y oscuridad misma. En ellos se refleja el amor más grande conocido, así como en cada una de las burbujas. Mas la historia era de una alegría, tristeza y nostalgia palpable que sólo un puro de corazón se mostraría conmovido por tan bella creación, pues hay impresos sentimientos y sueños que ni la misma criatura pudiera poseer.
Y cuando este termina, como ha iniciado, una sola burbujaen el aire estalla hasta desvanecerse, el narrador le comunica, a través del tacto de sus dedos.
» No tengo prisa, criatura, en enfrentar a quién ose y pretenda rescatarte. Mientras estés aquí, a mi lado, te enseñaré el significado de la vida y todos los tesoros que esta encierra, sólo así podré compensar la oscuridad y tristeza que te he entregado, y nunca te obligaré a entregarme nada que no quieras darme. Seré ese ser que estará a tus servicios, e iniciaremos una aventura juntos, donde podrás hacer de tus sueños y anhelos realidad. «
*
Las palabras fueron transmitidas de manera que pareció un sueño dentro de otro sueño. El pequeño sonrió, admirando la delicadeza con la que se encarama la magia y el color; fusionados en un éter cósmico y palpable frente a él. El jovencito le toma de la mano, no quiere perderse, un gesto que siempre utiliza con Mayo antes de dormir para evitar caer en esa sensación de caída infinita siempre que el cansancio lo conduce a un precipitado reposo.
Su mano rodea el dedo pulgar de su creador, le había conocido finalmente y aunque éste le tendió sin miedo la sentencia sobre su razón de ser y estar, la respuesta del pequeño fue sólo una sonrisa.
«Estaré aquí mientras te sientas solo. Yo cuidaré de ti, creador.»
Sencillo, sin promesas ni aventajadas proposiciones, era todo cuanto podía ofrecerle: su humildad y cuidado, su presencia anímica y aventurera. Jamás dejaría solo a aquella figura portentosa y de aspecto diabólico abandonado, si de él dependía la felicidad y la tranquilidad de su creador, no dudaría en otorgarle todo cuanto éste quisiera, y todo cuanto su corazón fuese capaz de brindar.
Lya bosteza nuevamente pero resiente el ínfimo sabor amargo en sus labios. Los relame, le duelen y arden. No sabe por qué, la presencia de ese cosquilleo doloroso que se propaga por las comisuras de su boca, pareciera que comió una baya venenosa, pero le resta importancia aunque el dolor ahora es delicado como una suave caricia. No sabe que fue envenenado por esa criatura colmada de maldad pero en su inocencia, no lo interpreta así. Le ha restado importancia, ahora sólo se abraza a la almohada y al dedo que no quiere soltar, quiere sentirse encaminado a un sueño reparador, pues le hace falta.
De última instancia observa a su creador y le lanza una sonrisa, está feliz de haberle conocido, jamás pensó que todo ello lo llevase hasta allí. Duerme tranquilo con ese gesto imborrable en su rostro y se pierde rápidamente, se ha encaminado a un sueño donde hay campanas; sólo es un reflejo de lo anteriormente vivido.

Deja una respuesta