
I
Dicen que el roce hace el cariño…
Y que brote el fuego que llevamos dentro!
II
Te va demasiado la marcha, la gresca.
III
No te andes por las ramas, d ya la batalla y
esas formas tan grotescas.
IV
¡Esa camisa es dantesca!
V
¡Aaaaaah!, esto iba de relatos con yesca.
¡Perdón, perdón…!
Juanma García
Cuentan que una ola de calor rondará cerca estos días. Formaremos parte de esa yesca, cual chispa, donde en sentido figurado o no, arderemos pues. Hay quien permanecerá en la sombra, como un resquicio de consuelo…
Patricia Delgado
I
Somos yesca: cualquier chispa nos enciende, pero no arde el cambio, solo el escándalo. La sociedad se consume en titulares y se apaga antes de iluminar nada.
II
Yesca fue la gente, y el sistema la chispa. Ardimos un día en la plaza, gritando verdades. Luego vino el humo… y después, el olvido.
Nemesio Laverde
Cuanto más comía de esa pastela, más le llegaba el sabor de la canela, la pimienta y la cúrcuma.
Y su paladar ardió cómo la yesca seca, entre llamadas de sabor.
¿El lugar?
Venta Casa Carlos.
Allí entre las villas de El Puerto y Rota.
La Renacida
Aunque el fuego ardía, la yesca siempre fue necesaria en la relación.
Un poco de sangre humana, siempre era el mejor afrodisíaco.
Volar de día, con los primeros rayos de sol, parecía una muerte segura, pero para ellos era excitante.
Manuela Sánchez
I
Nos dijeron frágiles, inflamables. Y sí: somos yesca, pero no para arder en su hoguera. Somos la chispa que prende la nuestra, propia, nueva, libre.
II
Soy yesca y no me da miedo arder. Cada “no puedes” fue fósforo. Cada techo de cristal, combustible. Si quemo, es porque ya no quiero ser ceniza.
III
Ya no callo lo que antes me ardía.
En mi voz hay fuego, no ceniza.
Siempre fui yesca, no por débil,
Como creen, sino por prender donde hay silencio.
Ahora ardo por todas las que aún no pueden.
Anita
Adoptamos una gata callejera. La llamamos Yesca, porque ardía en cualquier momento y salía corriendo arrasándolo todo. Tuvimos que descolgar las cortinas, guardar la decoración y volver a tapizar el sofá. Las amenazas con hacerle la manicura, no la inmutaban. Era salvaje y adorable al mismo tiempo.
Calila
Solo necesito tu mirada para prenderme contigo.
Ángel Salgado I
Sobrevivir a la vida conmigo,
te ofrezco.
Arder de pasión contigo,
me merezco.
Ángel Salgado II
Roza que te roza, hasta que pasemos a otra cosa…
Ángel Salgado III

