
El Salón Colón del Ayuntamiento volvió a vestirse de fiesta este martes, aunque la Feria de Abril aún quede a meses vista. Allí se presentó el boceto de la portada de 2026, y lo que vi —lo que vimos todos— no fue solo un dibujo, sino una declaración de intenciones: Sevilla vuelve a mirar a la Exposición del 29, pero esta vez lo hace de la mano de Portugal y de un recuerdo imperial.
El autor, Davide Gambini, no necesita carta de presentación en nuestra ciudad. Ya en 2024 firmó la portada de la Feria y demostró que se mueve con soltura en ese territorio complejo donde la arquitectura efímera dialoga con la historia. Hoy lo volvió a dejar claro: su diseño se inspira en el Pabellón de Portugal del 29 y lo funde con el cenador de Carlos V del Alcázar. No es un capricho estético: se conmemoran los 500 años del matrimonio de Carlos I con Isabel de Portugal, un gesto que convierte a la portada en símbolo diplomático y en homenaje patrimonial.
El delegado de Fiestas Mayores, Manuel Alés, desveló el proyecto acompañado de la cónsul de Portugal y de otros representantes municipales. Fue él quien subrayó la idea de fondo: dar protagonismo a la comunidad portuguesa y recuperar la huella cultural que la Exposición Iberoamericana dejó en Sevilla. Y es cierto: basta mirar el diseño para entender que el regionalismo vuelve, que la portada quiere ser algo más que un arco luminoso en mitad del albero.
El boceto muestra una curva marcada que recuerda la silueta del pabellón luso, coronada por una torre central, y revestida con motivos de azulejería inspirados en el cenador del Alcázar. Habrá que esperar a verla levantada, pero sobre el papel ya transmite equilibrio: monumentalidad para el visitante que llega desde lejos y detalle para el sevillano que se para, copa en mano, a mirarla de cerca.
Sobre Gambini, poco más que añadir salvo una certeza: entiende que una portada no es una postal sin más. Es un umbral. Y en esa puerta que abre la Feria se juega mucho de lo que la ciudad quiere contar de sí misma cada año. Su trayectoria muestra esa obsesión por unir rigor arquitectónico y gesto ornamental, por sintetizar historia y celebración.
La portada de 2026, con sus ecos portugueses y su memoria del 29, tiene algo de puente y algo de espejo. Puente porque acerca a dos pueblos que se entienden desde hace siglos; espejo porque devuelve a Sevilla la imagen de lo que fue y lo que aún quiere ser. En definitiva, una portada que cuenta, y que obliga a escuchar.
