
El Sevilla FC volvió de Vitoria con algo más que tres puntos: regresó con la sensación de haber firmado un partido serio, trabajado y con sello de equipo que empieza a creer en lo que hace. En Mendizorroza, los de Almeyda derrotaron al Alavés por 1-2 gracias a los tantos de Rubén Vargas y Alexis Sánchez, en un encuentro que combinó pegada, oficio y temple para saber sufrir en los minutos finales.
El arranque no pudo ser más esperanzador. Apenas pasados los diez minutos, un ataque de Vargas, jugada personal que se adentra entre alavesistas y trastabillándose, golpeó el balón y lo mandó a la red, marcando un gran gol. El gol reforzó la idea de un Sevilla que salió con hambre y determinación. Pero la alegría duró poco: en una acción dentro del área, el Alavés forzó un penalti que Carlos Vicente transformó con seguridad para devolver el equilibrio antes del descanso.
La segunda parte trajo un partido más áspero, con choques en el centro del campo y menos espacios. Fue entonces cuando apareció la calidad diferencial de Alexis Sánchez. El chileno, con la calma de los veteranos y la precisión intacta de siempre, culminó una jugada de Carmona por derecha con un disparo ajustado que supuso el 1-2 en el minuto 67. Ese tanto resultó definitivo: el Sevilla supo cerrarse, manejar tiempos y resistir las acometidas de un Alavés que apretó hasta el último suspiro.
No faltó tensión en el tramo final. La protesta desde el banquillo sevillista provocó la expulsión del preparador físico Guido Bonini, mientras que en el conjunto vitoriano la preocupación se centró en la lesión de Alfon, que tuvo que abandonar el césped en la primera parte por un golpe en el tobillo.
Más allá de los incidentes, el triunfo deja conclusiones positivas: Vargas empieza a asentarse como pieza clave en ataque, Alexis demuestra que su jerarquía sigue marcando diferencias y la defensa mostró la sobriedad necesaria para cerrar el resultado. En palabras de Almeyda, el camino está en insistir y crecer a partir de victorias como esta.
Con el 1-2 en Mendizorroza, el Sevilla suma confianza y da un paso importante en su objetivo de alejarse de la zona peligrosa. Tres puntos que saben a alivio, a recompensa por el esfuerzo y, sobre todo, a un equipo que vuelve a encontrarse con su identidad competitiva.
