Un mundo imaginario formado por pequeños trozos de tela, de vidas diferentes, de caras paralelas. Con un solo hilo que une con una fina costura a cada extremo con su opuesto, formando una amalgama de vivencias insignificantes que dibujan un majestuoso bodegón.
Si quieres formar parte de este cuadro, adelante. No hay cuota de entrada, ni penalizaciones por ausencia. Que el viento sea tu guía y que los muros solo sirvan como cobijo que den sombra y apoyo si estás cansado.
Dibuja en las paredes invisibles de tu habitación, juega con los rayos de sol y salta sobre los charcos en los días de lluvia. Siempre habrá un abrazo amigo en las malas y una mirada cómplice cuando todo vaya llegando a su final.
Llegará a buen puerto nuestro maltrecho barco y con la conciencia tranquila y libre, viviremos todo lo que tengamos que vivir. Sin miedos, sin prisas. Con los ropajes de gala y de oreja a oreja, una sonrisa.
Nuestro recuerdo no será eterno. Serán solo retales, de algo maravilloso, que vagarán por las orillas de la nada…
